¿No es por lo menos extemporáneo andar ahora buscando un código del mundo estético, cuando los asuntos del mundo moral ofrecen un interés mucho más próximo y el espíritu filosófico de investigación es requerido tan insistentemente por los acontecimientos a ocuparse en la obra de arte más perfecta que cabe: el establecimiento de una verdadera libertad política?[4]
A él me uno en la pregunta en tanto pareciera que la educación estética es menos importante para la vida social, sin embargo no dejo de ver a la estética como una respuesta a los problemas del hombre, una respuesta tan válida como lo es la de la verdad y la del bien, y una respuesta que traspasa los contextos en cuanto a temporalidad. No he de negar que hablar de estética es entrar en problemas, sin embargo parece que nuestra función es educar la mente e ignorar la sensibilidad cuando la mente se inicia por la sensibilidad y es rebasada en ella[5], aunque cuando por estética podemos entender una experiencia, o una cualidad del objeto, un sentimiento de placer, al clasicismo en el arte, un juicio de gusto, la facultad de percepción, un valor, una actitud, la teoría del arte, la doctrina de lo bello, un estado del espíritu, la receptividad contemplativa, una emoción, una intención, una forma de vida, la sensibilidad, una rama de la filosofía, un tipo de subjetividad, la cualidad de ciertas formas, un acto de expresión... quiere decir que la estética como disciplina no ha definido con claridad su objeto.[6]
El término estética nació bajo la pluma de Baumgarten en el siglo XVIII y es Kant quien lo cristaliza de la mejor forma para una nueva condición del conocimiento, pero desde los griegos la preocupación por la belleza -que en gran parte ocupa a la estética pero no es su única inquietud- ha sido tema importante en el desarrollo del hombre y su vida diaria, al igual que lo es el tema de la verdad y del bien. Esto es, la estética se ve inmiscuida en una jerga contextual, pero seguramente se le seguirá viendo de alguna u otra forma, llámesele como se le llame- como una respuesta a la manera de mejorar la forma de vida del ser humano y de este modo es como deseo se entienda en nuestra plática dicho término, donde se manifiesta una cuestión de sensibilidad humana, es decir, estética.
De algún modo u otro, la estética se ha inmiscuido de manera profunda con el mundo del arte y ha sucedido con mayor fuerza en esa dirección desde que existe una fragmentación en la triada de valores: verdad, bien y belleza. Más aún, existe una historia del arte donde la estética juega un papel muy importante gracias al discurso de la crítica del arte y en él sucede mucho la reflexión de los temas importantes para sus actores, su obra y su público. Pero en un contexto como el nuestro, donde una modernidad tardía se muestra, la estética no puede darse el lujo de servir únicamente a la esfera artística pues se nota que fuera de ella, en la vida diaria, lo estético reluce de formas muy distintas y quienes lo notan no son sólo gente especializada sino de la vida común que pretenden mejorar su diario hacer.