Inteligencia artificial, ¿un desafío para el arte? (Artículo)
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03 de agosto 2023

Inteligencia Artificial ¿Un desafío para el arte?
Beatriz Acuña G.

Los más recientes avances en inteligencia artificial (IA) han despertado más dudas que certezas en cuanto a las implicaciones de su aplicación en tantos planos de la vida diaria que abarcan no únicamente la tecnología y cuestiones digitales, sino que se introduce en el ámbito del arte clásico.

Resulta tan fascinante la evolución de la IA, tanto por sus alcances como por la velocidad en que han ocurrido que bien vale un rápido vistazo para apreciar su magnitud y poner en contexto su intrusión en el arte.

En los mismos años en que el muralismo se constituía como el arte más característico de la primera mitad del siglo XX en México, el escritor de origen checo Karel Capek en 1921 acuñaba el término “robot” en su obra de teatro R.U.R. Término cuya etimología proviene de “robota”, que significa trabajo duro y que puede considerarse el inicio de una sucesión de innovaciones en esta materia para desembocar en la actual inteligencia artificial.

Mucho antes de Capek, a mediados del siglo XIX, en 1854, el matemático inglés George Boole sentó los cimientos de la ciencia computacional, al demostrar que el razonamiento lógico podía ser sistematizado del mismo modo que un sistema de ecuaciones. Casi setenta años después apareció el término robot.

Pero fue Alan Turin, matemático y encriptólogo, considerado el padre de la inteligencia artificial, quien revolucionó la informática a mediados de los años treinta con la creación del concepto de algoritmo. Adicionalmente, también a él se debe el diseño de la prueba “de comunicación verbal hombre máquina” a mediados de los años cincuenta, para evaluar la posibilidad de que una máquina pudiera hacerse pasar por humano. La pregunta hecha por Turin ¿Acaso pueden pensar las maquinas? en su histórico artículo "Computing Machinery and Intelligence", lo llevó a diseñar un procedimiento que permitiría distinguir un robot de una persona humana. Respecto de la IA, la pregunta más temeraria e inquietante para la humanidad.

Habían pasado escasos veinte años cuando en 1955 el matemático MaCarthy propuso el término inteligencia artificial, y un año después, organizó la Conferencia de Darmouth de 1956, para discutir el estudio de máquinas pensantes entre un selecto grupo de expertos convocados a la reunión. Este hecho representó un hito en el desarrollo del nuevo campo y el germen de la disciplina. En dicha conferencia se fomentaron temas en varias direcciones, en concreto: el auge de los métodos simbólicos, los sistemas centrados en dominios limitados (los primeros sistemas expertos), los sistemas deductivos frente a los inductivos, la lógica teorética, fueron temas centrales de la discusión.

Diez años más tarde, en 1966, Joseph Weizenbaum crea en MIT la primera voz de una computadora: Eliza. Esta fue quizás el primer chatbot del mundo, el primer programa en incorporar el procesamiento del lenguaje natural humano cuyo objetivo es enseñar a las computadoras a comunicarse con nosotros los humanos, en nuestro lenguaje, en lugar de requerir una programación en código.

Entrado el siglo XXI, en 2014 los avances en el campo de la IA asombran al mundo. “Eugene Goostman”, es la primera inteligencia artificial de la historia que logra pasar la prueba de Turin. Esta computadora, logró convencer a un tercio de los jueces que le examinaron durante una competencia, de ser un joven ukraniano de 13 años. Competencia que ganó contra otros cinco competidores artificiales. Sin embargo, en su momento, muchos cuestionaron el valor de esta prueba. Y es que, decían, el hecho de que una máquina consiga engañar a un humano sólo prueba que esa máquina es capaz de imitar la inteligencia y no que en realidad la posea.

Hoy es una realidad el polémico ChatGPT. Un sistema de chat que se basa en un modelo de lenguaje de Inteligencia Artificial GPT-3, desarrollado por la empresa Open AI que puede mantener conversaciones de manera fluida y lograr que elabore sobre ciertos temas que le pidan, que escriba artículos y hasta libros, por qué no.

Nos hallamos en un punto en que la respuesta a la pregunta de Turin se puede ver como aterradora, pues poder hacer semejante distinción será cada vez más ilusorio, engañoso, quizá imposible, y por eso resulta aún más crucial para la sobrevivencia de la especie humana. No es exageración, esto pensaba Stephen Hawkins, antes de morir en 2018, cuando en una entrevista para la BBC decía: “Creo que el desarrollo completo de la Inteligencia Artificial podría significar el fin de la humanidad”. En esa medida, las implicaciones son por ahora, aunque inciertas también inquietantes.

Son varios los autores que imaginaron cómo sería la vida conviviendo con robots. Desde Asimov y su novela Robots e Imperio; Ridley Scott con la icónica película Blade Runner; Spielberg y la odisea de un niño en busca del hada madrina que pueda convertirlo en un niño de verdad, en Inteligencia Artificial. En la reciente serie nórdica Real Humans se borran las fronteras entre el ser robótico y el ser humano. No conozco el final, confió en que Lars Lundstrom encuentre una salida airosa y de enseñanza proverbial.

Mientras siguen los avances en el campo de la IA y el debate continúa, quisiera centrarme en la forma en que un programa como el Chat GTP, afectará no sólo la “producción” de arte, sino el concepto mismo de arte. En esa medida una pregunta que no es en absoluto ociosa para quienes valoramos el arte clásico como legado de la humanidad a lo largo de siglos sería: ¿En qué momento un robot será capaz de crear arte? O bien, ¿podrá un robot concebir una obra artística, estética, integral, digna de ser calificada como creativa, única, original, simbólica, innovadora, que refleje los valores esenciales comunes a la humanidad, a lo largo de la historia? Una obra de arte, como la de los grandes que han pasado la prueba del tiempo hasta nuestros tiempos, Da Vinci, Miguel Angel, Boticcelil, Brugel, Caravaggio, Rembrandt, Van Gogh, Dali, Rothko, por mencionar algunas de las figuras más admiradas que en cada momento inventaron nuevas expresiones de arte con un sello indeleble, único. Innovaciones geniales en cada caso, que lejos de ser obras pasajeras representan un tesoro perenne.

Antes de que la IA invada el mundo del arte y lo convierta en algo ocurrente y desechable, sugiero que volteemos la mirada a esos autores y su obra, para recordar, apreciar, comparar, a la luz de lo que pueden hacer las maquinas robots, la obra de arte producto del hombre, en sentido genérico, porque una obra que no sale del alma no podría llamarse arte. En la próxima entrega me detendré en este asunto.

Sitios consultados
https://www.abc.es/ciencia/20140609/abci-superordenador-supera-primera-test-201406091139.html#:~:text=Y%20en%202012%20logró%20convencer,por%20fin%20superar%20el%20reto.
https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/breve-historia-visual-inteligencia-artificial_14419.
https://www.abc.es/?ref=https%3A%2F%2Fwww.abc.es%2Fciencia%2F20140609%2Fabci-superordenador-supera-primera-test-201406091139.html.
https://darthmouthconference.wordpress.com/
https://es.wikipedia.org/wiki/Alan_Turing