11 de agosto de 2023
- La Historia Jamás Contada -
Dentro del revuelo armado por la jalada de los pelos (far-fetched) “nueva escuela mexicana”, de la que son reflejo fiel los -¡otra vez!- nuevos libros de texto gratuitos, llama la atención la facilidad con la que -se dice- ha quedado resuelta , de un plumazo -el de la firma, por supuesto- la peliaguda cuestión del desarrollo tecnológico express de un país endémicamente atrasado tanto en ciencia básica como en su factible aplicación sistemática a la solución práctica de inveterados problemas técnicos que, junto a los emergentes, nos agobian ya no sólo de incomodidades sino de verdaderos riesgos.
(Como en el caso de los elevadores en unidades médicas, cuyo desconocimiento funcional por parte de usuarios, trabajadores y directores ya tuvo consecuencias trágicas, sin que los responsables, a juzgar por su comportamiento posterior, hayan sentido la necesidad de empaparse en las razones técnicas de por qué, en algún momento, iba a suceder algo así.)
Cuando se trata de asuntos groseramente materiales, hay que asirlos precisamente así, sin idealismos fuera de lugar que sólo contribuirán a difuminar las cosas, impidiendo ver con claridad la cadena de causas-efectos desarrollándose con absoluta indiferencia de la percepción, interpretación o, peor aún, intención subjetiva de unos u otros, que culminará en lo que ni siquiera se quiso pensar. (¿Recuerdan la Ley de Murphy?)
Para eso está la Ciencia, a partir de la cual, si las condiciones lo permiten, se desarrollará una tecnología adecuada para lidiar con el proceso o cuando menos lo previsible de él.
Pero basta de filosofía y hagamos un poco de Historia, específicamente de la Educación posrevolucionaria, muy diferente en concepto y metas de la porfiriana, una de cuyas virtudes involuntarias fue la de ser positivista, esto es, atenerse a los hechos patentes, como atestiguan los Programas de Enseñanza que debían cursar quienes querían desempeñarse como maestros de Instrucción Elemental, como se decía entonces.
(Cuando hace años tuve oportunidad de leer el “PROGRAMA DE ENSEÑANZA PARA LAS ESCUELAS NORMALES DEL ESTADO DE PUEBLA” de 1896, no pude menos que quedar sorprendido por la variedad, extensión, profundidad y actualidad de su temática, aún perceptible a un siglo de distancia. Nada que ver con 1970, cuando en el examen de admisión de la carrera, no había ni una sola pregunta sobre Matemáticas, Química, Física, Biología, Idiomas… Como pueden ver, nada es casual: todo tiene su historia.)
En cambio, ya en el régimen priísta se improvisaba como maestro a cualquiera que supiese medio leer, escribir y hacer cuentas, que era lo de menos, pues su verdadero cometido era adoctrinar a los menos favorecidos de entonces y siempre, en la Ideología de la Revolución Mexicana, fuera ésta lo que fuese, con su profusión de actos litúrgicos de Estado, como honores a la Bandera, concursos de escoltas, entonación del Himno Nacional, desfiles, cuadros vivos alegóricos a momentos de la Historia (oficial), tablas y evoluciones… ¡vaya!, hasta bailes regionales, todo exaltando la grandeza de la Patria (como el Partido la entendía y le convenía. Otra vez: nada es casual.)
(Aun así, siempre encontrábamos buenas maestras (la mayoría eran mujeres) y maestros, que de motu proprio y sin ningún apoyo institucional, hacían lo que podían para estimularnos, como la maestra de Quinto Año, que me regaló algunos de sus libros personales. Gran ejemplo que he seguido. …Y las maestras bibliotecarias de la Normal, que me recomendaban y prestaban libros que luego comentábamos entre los tres.)
Volviendo al tema central, la maestra de Sexto Año, quizá más tradicional pero también consciente de la importancia de lo actual, nos puso un curioso trabajo manual: ¡un radio! Sí, pero un radio-alhajero, copia en miniatura de los elegantes radios de mesa europeos de la época. He pensado que si ella hubiera sabido de Electrónica, como habría sido el caso en la época porfiriana, o hubiese existido un vínculo institucional entre la escuela y la industria o el comercio especializados, seguramente lo hubiéramos hecho también FUNCIONAL, pues ya existían los elementos para ello, como los transistores.
Es por estas circunstancias que los PROYECTOS DE CIENCIAS -aludiendo a la clase de SCIENCE de las escuelas norteamericanas, ahora agrupados en el concepto STEAM (“vapor”, en inglés, acrónimo de Steam, Technology, Engineering, Art, Mathematics- de la 4T (“cuatrote”) son hoy por hoy irrealizables, pues no existe ni la infraestructura material (laboratorios, talleres, centros de diseño, etc.) ni profesionales preparados que cumplan el papel de incentivadores y asesores técnico-científicos de los educandos.
Hablando estrictamente, tendrían que ser expertos en su campo y además en su didáctica y pedagogía, además de contar con todo el apoyo institucional, comenzando por sueldos y prestaciones hasta dotaciones y contratos para proyectos específicos.
Ningún maestro normalista real por brillante y obcecado que sea, puede dominar todos los campos del saber y la actividad humana y ya que NADIE PUEDE DAR LO QUE NO TIENE, pues… lo que hará será imponer sus limitaciones personales a generaciones enteras por venir.
Así están las cosas…
Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.