Y venía afirmando que este conversar y contar oralmente, a los que, en cuanto a la formación de la niña o del niño, debe sumarse en la familia el leerle en voz alta cuentos, poemas y otros géneros literarios, o recogidos por la literatura; que este conversar y contar oralmente debe proseguir, de manera muy intensa, sobre todo hasta que los pequeños acceden a la lectura. Para que, cuando el niño o la niña llega al escribir y al leer, encuentren todos juntos, tanto en la casa como en la escuela, un equilibrio entre los tiempos imprescindibles para la oralidad y para la comunicación, por una parte, y por otra, los tiempos tan necesariamente presentes de la expresión centrados en mucho en la escritura y la lectura. Por demás unos tan complementarios.
La oralidad, he definido en años en que no estaba definida en ninguna de las ediciones del Diccionario de la Real Academia de la Lengua, es el proceso de comunicación (verbal, vocal y corporal) entre dos o más interlocutores presentes físicamente todos en un mismo tiempo y espacio; y debe ser diferenciada del simple hablar en voz alta cuando hablar deviene expresión pero no comunicación. La oralidad es la comunicación por excelencia.
Por lo que un desarrollo eficaz y eficiente de la comunicación es un desarrollo eficaz y eficiente de la oralidad y debe comenzar en la infancia más temprana.
¿No son precisamente la familia y el aula, donde en un mismo tiempo y espacio coinciden durante horas interlocutores, los ámbitos ideales para potenciar la oralidad y la comunicación?
¿Y para potenciar, tal cual he propuesto, la educación (tanto la familiar como la de la enseñanza reglamentada) entendida y practicada como, ante todo, un proceso de comunicación? ¿Uno en búsqueda tanto de lo comunicador como de todas las formas factibles de la expresión? (también tan significativa para completar al ser humano y expandirlo). ¿No son pues por igual la familia y el aula los ámbitos ideales y primeros para potenciar la literatura?
El escritor que soy siempre afirma que la literatura es reinventar las palabras de los sueños y de las verdades. Y tanto la familia como el aula son dos de sus esferas prioritarias de disfrute, ante todo de disfrute, y, también, de difusión y de promoción.
Una y otra, la oralidad y la literatura, desde las formas y géneros tradicionales (tradiciones orales, tradiciones memorísticas…) hasta todas las otras formas que se han ido incorporando a lo largo de la historia humana hasta llegar a las más contemporáneas; una y otra, la oralidad y la literatura, siempre insustituibles mientras seamos los humanos que somos.
La comunicación tendría que ser centro de interés de nuestras sociedades: de la familia, de los amigos, de las relaciones de trabajo o de estudio… Tendrían que ser centro de interés social sus modos, como mucho el de la docencia, de dimensionarse.
Hago un llamado, tal y como lo he venido haciendo de tantas formas y con tantos fondos durante décadas, y lo ha venido haciendo nuestra Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica, a potenciar en la familia y en el aula tanto la oralidad y la comunicación como la literatura y la expresión.
Y mucho de esto lo he reiterado muy recientemente al analizar el libro(2) de una escritora, profesora y narradora oral escénica de las Islas Canarias; un libro que ha partido de una iniciativa suya, una investigación y un proceso hacedor suyos; uno que, recién salido en España, se centra en plantearse un taller de la oralidad y la literatura en la escuela, y que comparte para una mayor y eficaz utilidad social: vivencias, criterios, testimonios, textos, dinámicas, entre más valioso.
Yo he afirmado durante décadas que la docencia tendría que ser siempre entendida y ejercida como un proceso abierto a ocurrir en consonancia con los equilibrios a establecer entre las cinco personalidades de la oralidad que he definido, en este caso: la de lo que se enseña, la de quien lo enseña (y está dispuesto a aprender a la vez), la de la alumna o alumno o alumnos que escuchan (y que participan), la del aula y centro de estudios como espacio físico, y la de la circunstancia que los reúne a todos. He llamado una y otra vez a enfatizar en el aula los procesos abiertos y a establecer los equilibrios necesarios para las interacciones y para las más creativas presencias.
Se trata de invención y de reinvención, de creación y de recreación, de la reactivación de mucha de la sabiduría acumulada por la humanidad y de la incorporación de saberes varios; se trata de enseñar a imaginar que es enseñar a relacionar y que tiene que ver con la incorporación y activación de los poderes creadores en todos los aspectos de la existencia.
La comunicación es oralidad y la oralidad es la suma de la vida.
1. Ponencia del Licenciado Francisco Garzón Céspedes, Director General de la Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica, leída por el Arquitecto José Víctor Martínez Gil, Director Ejecutivo de la CIINOE, en la Inauguración del Primer Encuentro Nacional de la Oralidad a la Lectura, Comunic@rte, 4 de Mayo de 2009, Embajada de México, Montevideo, Uruguay.
2. Rodríguez Silvera, Pepa Aurora. El lenguaje creativo en la escuela / Experiencias de una maestra. Anroart Ediciones, Las Palmas de Gran Canaria, Islas Canarias, España, Diciembre de 2008.
*Francisco Garzón Céspedes (Cuba/España) fundó y dirige la CIINOE (Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica)
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