EL AULA
Por. Rafael Fiscal Flores*
Para poder iniciar este nuevo compromiso, recurro a esta cita de Paulo Freire con el objeto de explicitar que quien escribe no se formó para ser profesor, sino que, me fui haciendo en el cuerpo de las tramas del día a día, en la reflexión de lo que hacía o dejaba de hacer, en el atento observar y compartir con otros con los cuales estuviera o no de acuerdo, en la lectura reflexiva no para la erudición sino para darme cuenta de mi ignorancia. Dicho en otros palabras soy un profesor de carne y hueso que sus ideas emergen de la práctica docente reflexiva y no de un tratado de didáctica estéril escrito sobre la mesa de un despacho estéril (en los dos sentidos del término: sin contaminación de la realidad y, por tanto, sin significación real para ella). El tema de la educación se ha convertido en una cancha donde se depositan ideas, no del todo claras o al menos no se evidencian los propósitos; aunque se presumen, es una cancha donde el profesor vive una especie de angustia que le quema las entrañas, preguntándose en no pocas ocasiones ¿qué debo hacer para que los alumnos aprendan? Pregunta importante sin lugar a dudas, pero creo que un auténtico profesor debería de preguntarse por sobre todo: ¿para que debe de aprender el alumno lo que debe de aprender?, la primer pregunta me remite al método y la segunda me lleva a reflexión sobre mi práctica docente. Los comentarios que serán tratados en este espacio, llevan la intención de abordar un análisis serio que tienen que ver con la segunda pregunta y, de forma colateral se tocará el tema del método. Pero hay algo por lo que me gustaría iniciar esta serie de comentarios. Se trata del aula, ese espacio olvidado que nos va moldeando como profesores y en donde pasamos la parte de nuestra vida como docentes. El aula. Los seres humanos tenemos la necesidad de aprender y construir conocimientos para poder incidir en la transformación social y de nosotros mismos. En esta transformación los procesos educativos juegan un papel fundamental. Tomando en cuenta que la sociedad actual demanda un aprendizaje a lo largo de la vida, los estudiantes, profesores, directivos y administrativos de cualquier institución educativa se pueden constituir en una comunidad de aprendizaje, promoviendo y respetando los diversos roles de los agentes implicados. La premisa básica en que se apoya la idea de las aulas como comunidades de aprendizaje es la consideración de que el aprendizaje individual es, en buena medida, inseparable de la construcción colectiva de conocimiento, y que tal construcción colectiva constituye el contexto, la plataforma y el apoyo básico para que cada alumno pueda avanzar en su propio conocimiento. Esta premisa se apoya en la convicción de que el aprendizaje es un proceso intrínsecamente social, basado en la interacción y cooperación entre las personas, y que pasa, en buena parte, por la participación junto con otros más expertos en situaciones reales en las que se pone en juego y se utiliza de manera funcional y auténtica el conocimiento. César Coll (2001) identifica cuatro grandes categorías de comunidades de aprendizaje: las comunidades de aprendizaje que se constituyen en el aula (Classroom-based Learning Communities), las que tienen que ver con la institución educativa como un todo integrado (School-based Learning Communities), aquellas que les llama comunidades ampliadas y que están referidas a una ciudad o región territorial (Community-based Learning Communities) y finalmente aquellas que operan en un entorno virtual basado en las tecnologías de información (Virtual Learning Communities). De acuerdo con César Coll (2001), el aula se constituye en una comunidad de aprendizaje cuando el profesor y un grupo de alumnos aprenden gracias a la colaboración que establecen entre sí para la construcción del conocimiento. De acuerdo con ello el aula se considera una propuesta comunicativa, que se configura como una comunidad de aprendizaje y que adquiere su propio sentido y realidad. En tal sentido, la vida escolar tiene en el aula el espacio que mejor la describe; así, abordar el tema del aula nos lleva siempre a la médula del proceso educativo. Puesto que es en ella donde las deliberaciones sobre educación cobran su real valía. Siendo así, se puede decir que el aula y su dinámica constituyen un escenario privilegiado para estudiar cómo discurre el proceso de enseñanza-aprendizaje. Es en las aulas donde acuden normalmente profesores y alumnos con diferentes niveles de experiencia y conocimientos, que asumen roles diferenciados, que aprenden mediante su implicación y participación en actividades relevantes; gracias a la colaboración que establecen entre sí. Se trata de una colaboración fundamentalmente orientada a la construcción del conocimiento colectivo y a los diversos tipos de ayudas que se prestan mutuamente. Así, el proceso más importante que se concreta en el aula como comunidad de aprendizaje es el proceso de enseñanza-aprendizaje.