LA LEGITIMACIÓN DEL ARTE MODERNO
Por: Agustín René Solano Andrade[1]
¿Por qué el arte moderno puede calificarse como arte o qué lo legitima como tal para darle ese apelativo cuando no se asemeja a su pasado?
Una idea importante es la de entender que los preceptos del arte moderno ya no están sustentados en las razones de otras épocas, y no por el traslado del tiempo y espacio en sí, sino por la transición que lleva de un estadio histórico a otro, modificando el contexto y las condiciones de vida para descubrir nuevas necesidades. Así como cuando la Iglesia le dio un nuevo sentido al lenguaje de los artistas plásticos, y más tarde, también a las formas discursivas de la poesía y la narrativa, otorgándole al arte una nueva legitimación por las características que determinaba la época; el arte moderno se sostiene de nuevos sentidos, pero no deja de ser el peso de la historia del arte occidental -la herencia- lo que nos hace cuestionar las propuestas artísticas del siglo XX; sin embargo, este pasado del arte nos permite hallar un primer sustento de seguir preguntando por la legitimidad del ARTE, esto es evidenciarlo, darlo por cierto y sólo dudar de su contenido y forma, teniendo presente su permanencia por su carácter antropológico; en todo sentido: el espiritual que lo crea y la parte mecánica y técnica que lo produce. El arte moderno no es cuestionado en sí, sino en por qué se le denomina arte o qué características tiene para señalársele como tal, dándole una ventaja sobre la autentificación, y restándole prelación en su necesidad de justificación por su carácter de pasado.
En algún momento de la historia, el arte cristiano de Occidente realizaba una integración evidente de la comunidad, la Iglesia y la sociedad [y] se justificaba en una unión última con todo el mundo de su entorno; pero como esa justificación no es notoria a causa de una sociedad industrializada y comercializada que propone objetos de la misma índole (que no obedecen en su momento a la obra de arte), se cuestiona la razón del artista y su objeto creado. Se trata de ver nuevamente la misma justificación artística de otra época en el arte de ésta, como si el proceso histórico del hombre no incluyera al arte en esa dinámica; así, en el siglo XIX, todo artista vivía en la conciencia de que la comunicación entre él y los hombres para los que creaba había dejado de ser algo evidente, se dudaba de la existencia de ese proceso tan importante para la relación del artista y sus consumidores, pero porque se trataba de ver con los mismos ojos del pasado, sin querer entender que, como se había modificado el contexto, estas relaciones se debían a nuevos órdenes por una época distinta, incluso, el artista mismo se erige un segmento aparte en la comunidad que habita (se crea su propia comunidad) y nacen nuevas apreciaciones en los objetos de arte como el abstracto o el Ready-made.