LA POESÍA, EN LA PROSA DE JUAN MAIRENA
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LA POESÍA, EN LA PROSA DE JUAN MAIRENA

Por: Alejandro Tamariz Campos*

 

El poeta y prosista Sevillano Antonio Machado publicó en 1936 JUAN DE MAIRENA. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo, que constituye una colección de ensayos que recoge de todo lo publicado en la prensa desde el año de 1934, y como se puede apreciar de la lectura del libro, trata diversidad de tópicos, pero en general, de la poesía y de las letras, y de cómo alguien que escribe, se conoce por lo que escribe, como si las ideas que plasma fueran una radiografía de su cultura, preferencias, hábitos, etcétera.

 

 

 

 

Y en esta ocasión, me gustaría citar, que las más de las veces, los que dizque escribimos, lo que menos hacemos es leer, oír buena música, ver buen cine, teatro, admirar obras de arte, pintura, escultura, fotografía, etcétera, como si eso fuera algo extraordinario, y no parte de nuestros usos y costumbres, sin que esto implique tener abundante economía para poder tener tiempo y dinero para adentrarse dentro del mundo del arte en general, ya que al menos aquí en Puebla, en la capital, hay oportunidad de hacerlo.

 

 

 

 

 

En estas condiciones, invitemos a Juan de Mairena a que nos ayude a dialogar sobre el arte de las letras, y en general de la Poesía.

 

 

 

 

 

Empecemos entonces por el primer hábito de escribir, sencillo y fácil, la Prosa, y dejemos que la pluma fluya de manera poco pretenciosa, con la constancia y el gusto por escribir.

 

 

 

La prosa decía Juan de Mairena a sus Alumnos de Literatura, no debe de escribirse demasiado en serio. Cuando en ella se olvida el Humor-bueno o malo-, se da en el ridículo de una oratoria extemporánea o en esa que llaman prosa lírica, ¡tan empalagosa!...

 

-Pero-observó un alumno- los tratados de Física, de Biología…

 

-La prosa didáctica es otra cosa. En Efecto: hay que escribirla en serio. Sin embargo una chispita de ironía nunca esta de más.

 

JUAN DE MAIRENA. ANTONIO MACHADO. FRAGMENTO.

 

 

 

Es decir, en primer término aduce a que este acto de escribir es un acto lúdico, divertido, como un juego que se toma en serio. Pero ahora hablemos de poesía, porque en la actualidad cualquiera se atreve a escribir, hasta este columnista, y tal vez sin la vocación ni la técnica de un escritor. Pero como la mayoría de las cosas se aprende viendo como se hacen, es indispensable ver como escriben los que saben, y tal vez por el ejemplo, podamos escribir poesía.

 

 

 

 

 

(sobre poesía fragmentos de lecciones)

 

Hay una poesía que se nutre de superlativos. El poeta pretende elevar su corazón hasta ponerlo fuera de tiempo, en el “topos uranios” de las ideas. Esta poesía, acompañada a veces de una emoción característica, que es la emoción de los poetas superlativos, puede ser realmente poética, mientras el poeta no logra su propósito. Lo que quiere decir que el propósito al menos, es antipoético.

 

JUAN DE MAIRENA. ANTONIO MACHADO. FRAGMENTO.

 

 

 

 

 

Es necesario aclarar, que tal vez cuando más pretendamos elevar el mensaje poético, lo más seguro es que se caiga en tonterías sutiles, y en lugar de ser algo elevado, caiga en la cursilería.

 

 

 

Porque ¿cantaría el poeta sin la angustia del tiempo, sin esa fatalidad de que las cosas no sean para nosotros, como para Dios, todas a la par, si no puestas en serie y descartuchadas como balas de rifle, para disparar una tras otra? Que hayamos de esperar a que se fría un huevo, a que se abra una puerta o a que se madure un pepino, es algo, señores, que merece nuestra reflexión. En cuanto a nuestra vida coincide con nuestra conciencia, es el tiempo la realidad última, rebelde al conjuro de la lógica, irreductible, inevitable, fatal. Vivir es devorar el tiempo: esperar; y por muy trascendente que quiera ser nuestra espera, siempre será espera de seguir esperando.

 

JUAN DE MAIRENA. ANTONIO MACHADO. FRAGMENTO.

 

 

 

Una posible interpretación, sería que los actos cotidianos implican un constante descubrimiento para aportar el material necesario para hacer poesía, y el elemento que lo cohesiona, es el estar a cada momento alerta, para poder retomar las experiencias que pudieran parecer insignificantes.