21 de julio de 2021

Hoy regresé tras un sueño de sombras inciertas,
mi rostro extenuante se asomó pálido, agobiado,
mis manos sosegadas lucen extrañas, trasparentes,
mi endeble cuerpo apenas comienza a moverse.

Hoy he visto a mi hija esbozar por fin una sonrisa,
su alma lloró en silencio, se abrazó a la esperanza,
al ver emerger con luz radiante mi espíritu vital,
en sus pupilas se reflejó la imagen de la alegría.

Hoy con lentitud di mis primeros pasos por la calle,
el límpido sol con su calidez me dio la bienvenida,
los mensajes de las silentes nubes fueron recibidos,
y el incansable aire viajero mostró el nuevo camino.

Hoy al disiparse la bruma que invadía mi mente,
logré escribir algunos poemas: transición, renacer,
todo está bien… líneas de mis agónicas vivencias,
versos que sin jactancia bien valen sus estrofas.

Hoy el virus me ha dejado múltiples estragos,
de la mano de algunos aprendizajes reveladores,
que conllevan a recapitular mis eventos pasados,
a través de una ardua y tenaz práctica meditativa.

Hoy, después de cuatro semanas agotadoras,
sofocantes, complicadas, mortales, por decreto,
puedo decir con júbilo: ¡Aquí estoy! ¡He vuelto!
tengo una nueva oportunidad… ¡Estoy vivo!

Dany Dharma
Es instructor de meditación, coach de vida y escritor