Andrés Peraza, el escultor cósmico que labró el eslabón perdido y la revolución zapatista (Artículo)
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3 de octubre de 2021

Enrique Canchola Martínez
Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa
Ciudad de México, México
2 de octubre 2021

Marcos Andrés Peraza Ojeda nació en Mérida, Yucatán, un 25 de abril de 1922 y murió a los 75 años de edad en la Ciudad de México, un 23 de febrero de 1998. Fue un escultor mexicano heredero de una estirpe de grandes artistas plásticos y fundador de una familia, en la cual corre por su sangre y su espíritu el arte que baña los núcleos cerebrales de las emociones, y las percepciones subjetivas de la conciencia estética.

Las manos ágiles y creativas de Andrés Peraza, escultor universal, social y científico, fueron inspiradas por hombres cósmicos que le transmitieron sistemas motivacionales sobre una nueva perspectiva escultural psicosocial, neurobiológica y de la biología evolutiva; tres corrientes de pensamiento con las que el escultor fue plasmando su imaginación en su arte.


En la escultura de contenido psicosocial de Marcos Andrés es clara la interacción de la objetividad y subjetividad, consciente e inconsciente, influenciada por una concepción amplia de contextos y antecedentes culturales, sociales y políticos de la ideología revolucionaria, la cual es plasmada en la escultura dedicada a la embestida zapatista.

Creación plástica donde los elementos esculturales inducen sentimientos que tienen el propósito de simbolizar emociones que provocan la identificación mental con los elementos percibidos, y que, tienen la capacidad una vez decodificados en el cerebro, de disparar a través de los órganos de los sentidos un baile reflexivo de los neuroquímicos, que construyen la conciencia del pensamiento social y revolucionario.

En lo que respecta a la escultura del Hombre Cósmico, Peraza Ojeda motiva la búsqueda de la atención selectiva, que estimula las áreas del cerebro emocional para formar imágenes que tienen resonancia en el superyó en una interacción con el otro, provocando un significado afectivo mental y corporal completo, mediante la proyección del yo a la escultura.

Los hombres cósmicos de Peraza Ojeda tienen la capacidad de inducir procesos de pensamiento donde el patrón básico emocional construye diálogos con la escultura, donde la inconciencia del observador se encarna en la figura misma, con la que se identifica, dialoga, se descubre, se reencuentra y se enfrenta a sus miedos y pasiones estableciendo vínculos mediante mecanismos electromagnéticos, generados por la escultura mediante la metamorfosis emocional del observador.

En la interacción hombre cósmico-humano, el lenguaje es una extensión natural de los procesos cognitivos internos preexistentes, que hacen posible que la subjetividad humana se vaya autogenerando y se transforme en un discurso privado entre el yo emergente y las expresiones exteriorizadas de la escultura.

Su escultura Latimeria cholumnae (Museo Nacional de Historia. Ciudad de México. 1965), es considerada una representación genial del eslabón perdido de la evolución; en ella, el artista pudo representar la idea de la evolución darwiniana, la cual plasma el proceso vital completo de un sistema dinámico, y no como resultado de un proceso químico aislado. La escultura dispara las emociones al saber que todas las partes de nuestro cuerpo estaban en ciernes en los órganos de ese ser ancestral.

Con su mirada, la Latimeria cholumnae transporta a nuestro pensamiento la elucubración sobre nuestro pasado, y, con sus aletas, nos recuerda que somos la sucesión de vida tras vida de muerte, impulsando a nuestra conciencia al espacio del tiempo imaginario de cómo fue el comienzo del hombre.

Por otra parte, la obra de Marcos Andrés Peraza Ojeda tiene la fuerza para atraparnos en su mundo perceptivo, donde la mente y la memoria se encarnan llenando por completo la actividad de los órganos de los sentidos e induciendo aprendizajes significativos sobre el mundo que percibimos; construyendo con ello, un marco de referencia interno con las ideas y conceptos sociales, políticos y biológicos, plasmados en la escultura y, donde las emociones, los deseos de la lucha social que alberga nuestra mente se proyectan en la creación escultórica.

Fotografía: De Archivo Peraza - https://www.flickr.com/photos/107029533@N07/10561020483/, CC BY 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=29603768

 

Enrique Canchola Martínez es Médico Cirujano por la Universidad Nacional Autónoma de México, es Especialista en Neuroendocrinología Experimental en el Centro Medico Nacional del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), donde trabajó como neuroendocrinólogo.