EL PROCESO EDUCATIVO
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 Se entiende entonces que el desarrollo perfectivo está asociado a un proceso de transformación o desarrollo del sujeto. De acuerdo con Samanja (1993) la noción de proceso implica generalmente una serie de transformaciones que le comienzan a ocurrir al sujeto hasta que finalmente alcanza un cierto estado de desarrollo. Hablar de procesos supone, por tanto, dar cuenta de un estado inicial o preliminar del sujeto, así como de una serie de operaciones de transformación que se van dando en el sujeto de forma sucesiva, acumulativa y progresiva en el tiempo. Desde la perspectiva de la teoría general de sistemas, Van Gich (1998) entiende el concepto de proceso como un componente esencial de cualquier sistema y se le denomina ‘proceso de conversión’. Este proceso de conversión supone, por ejemplo en la educación, que el estudiante adquiere una comprensión de su medio de tal forma que le permite irse desarrollando y actuando en él.

 

 De acuerdo con las interpretaciones de Samanja y Van Gich, se puede entonces afirmar que un proceso implica, por un lado, la noción de progreso, desarrollo, o marcha de una acción transformadora; y, por otro, es reconocer la existencia de un cierto sentido de sistematización que está presente en todo proceso que le permite a su vez cierto grado de orden. Por tanto, al hablar del proceso educativo se está dando a entender las diferentes etapas que posibilitan, de una manera ordenada, el acercamiento al estado ideal de perfección del ser humano; pero, como dice Sarramona (1989:27), “siempre vinculado a una visión ideal de la concepción de hombre y de sociedad”. Dicho de otra manera, se trata de un proceso permanente e inacabado a lo largo de toda la vida por el cual se desarrollan las potencialidades del ser humano, en tanto persona individual e integrante de una comunidad, donde dicho proceso está, según el propio Sarramona (1989:39), “condicionado al contexto social, del mismo modo que la interpretación filosófica del mundo y de la vida es fruto de una cultura y un momento histórico determinado”. Por lo tanto el proceso educativo históricamente no se presenta como un hecho aislado, sino que atiende y se estudia vinculándolo con las diversas orientaciones filosóficas, religiosas, sociales, culturales y políticas que sobre él han influido.

 

Conclusión.

 

Queda claro que el proceso educativo en su conjunto es un agente transformador de las cosmovisiones del ser humano que actúa desde y para una sociedad concreta, que es un proceso que tiende a la perfección de las potencialidades del ser humano. Que el influjo al que hemos estado expuestos históricamente del orden filosófico, religioso, social, cultural y político que forman parte de la biografía de los profesores. Provoca que como agentes del proceso educativo también tengamos nuestras propias cosmovisiones sobre qué entendemos por hombre educado, por alumno, el rol del alumno, profesor y su rol, educación y sus fines, qué entendemos por evaluación, sus fines y propósitos, los agentes que participan en el proceso de evaluación, cómo concebimos el ciclo didáctico, etc. Estas cosmovisiones y otras ligadas al proceso educativo definen en primera instancia nuestras acciones y actitudes frente al proceso educativo, de las cuales los estudiantes son mudos testigos. El profesor auténtico tiene como obligación hacer una reflexión profunda sobre cuáles son los supuestos bajo los cuales él se desempeña como agente del proceso educativo. No se trata de transmitir conocimientos a través de una metodología determinada por novedosa que sea, sino que, en la medida que el profesor comprenda sus cosmovisiones relacionadas con el proceso educativo, estará en mejores condiciones de orientar y formar seres humanos útiles a sí mismos y a su contexto. De otra forma no tendría sentido hablar de profesores.

 

 

Bibliografía.

 

Fullat, O. (2000). Filosofía de la educación, Madrid: Síntesis.

 

Gadotti, Moacir. (2000). Historia de las ideas pedagógicas, México: Siglo XXI editores.

 

Samaja, J. (1993). Epistemología y metodología, Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires.

 

Sarramona, J. (1989). Fundamentos de la educación, Barcelona: Ceac.

 

 Van Gich, P. J. (1998). Teoría general de sistemas, México: Trillas.
 
* Rafael Fiscal Flores (Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.) es Maestro en Educación Superior y especialista en informática. Actualmente es Coordinador de la Ingeniería en Desarrollo de Software de la Universidad Realística de México.

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