En este ensayo la autora nos hace reflexionar acerca de qué es la participación infantil, sus beneficios y los nuevos rumbos que está tomando en algunas sociedades desarrolladas.
PARTICIPACIÓN INFANTIL
Por: Adriana Apud Porras[1]
“Las mayores lecciones de la vida, sin tan sólo fuésemos capaces de inclinarnos y ser humildes, las aprenderíamos no de los adultos sabios, sino de los así llamados ignorantes niños”.Mahatma Gandhi.
Introducción.
“Los niños de ahora son la esperanza del mañana”. Esta frase que hemos oído en muchas ocasiones, sin duda encierra una verdad, pero ¿dónde queda el ahora?, ¿hay que esperar a que llegue el mañana?, ¿porqué no oír “su voz” ya? Sabemos que la infancia tiene un futuro, pero sobre todo tiene un presente en el que hay que trabajar hoy y tener en cuenta la importancia de integrar a los niños y niñas en el mundo de los adultos, aquél en el que se toman decisiones.
Entre las personas adultas, la idea de que los niños deberían participar provoca reacciones de desconfianza, duda o miedo y algunas veces imaginamos que darles a los niños la oportunidad de expresar sus ideas es sinónimo de darles el control total y dejarles que se hagan cargo del mundo. Hoy en día, los niños y niñas representan aproximadamente el 35% de la población mundial, sin embargo, sabemos poco acerca de lo que les gusta o lo que les gustaría que cambiase. Tal vez, en otras palabras, les ofrecemos pocos espacios y oportunidades para que expresen sus propias ideas y opiniones. La necesidad de considerar a los niños y niñas como sujetos activos de nuestra sociedad es cada vez más grande y, también, la necesidad de formar personas capaces de decidir sobre su propio desarrollo y de aportar juicios y soluciones en sus familias, escuelas y comunidades.
El concepto de participación.
A pesar de que todas las personas podemos tener más o menos claro cuándo somos partícipes en algo o no lo somos, el concepto de participación no resulta fácil de definir. Si miramos en el diccionario el concepto de participación veremos que significa tomar parte en una cosa; recibir uno parte de algo; compartir, tener las mismas opiniones e ideas que otra persona; dar parte, noticias, comunicar. Por lo tanto vemos que participar básicamente se centra en tres puntos: recibir, tomar parte de algo y compartir.
Una de las definiciones más completas y aceptadas en la comunidad internacional es la que elabora Roger Hart (1993), quien afirma que “la participación es la capacidad para expresar decisiones que sean reconocidas por el entorno social y que afectan a la vida propia y/o a la vida de la comunidad en el que uno vive”.
La participación infantil supone “colaborar, aportar y cooperar para el progreso común”, así como generar en los niños, niñas y jóvenes confianza en sí mismos y un principio de iniciativa. Además, la participación infantil ubica a los niños y niñas como sujetos sociales con la capacidad de expresar sus opiniones y decisiones en los asuntos que les competen directamente en la familia, la escuela y la sociedad en general.
De igual forma, la participación infantil nunca debe concebirse como una simple participación de niños y jóvenes, sino como una participación en permanente relación con los adultos, y debe ser considerada como un proceso de aprendizaje mutuo tanto para los niños como para los adultos.
Al mismo tiempo, es importante subrayar que la participación social es un derecho humano esencial de toda persona, y una sociedad puede considerarse democrática cuando todos sus ciudadanos y ciudadanas participan. La participación es uno de los componentes más importantes de la construcción la democracia y, a través de ella, se contribuye a asegurar el cumplimiento de otros derechos.
La participación y la Convención sobre los Derechos del Niño.
La Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada en 1989, es un tratado internacional de Derechos Humanos que desde su aprobación ha transformado la vida de los niños y de sus familias en el mundo. Hoy en día, todos los países del mundo, a excepción de Estados Unidos, han aceptado cumplir las normas de este tratado que reconoce como sujetos de derechos a los menores de 18 años, es decir, a todos los niños y niñas, sin distinción.
La Convención sobre los Derechos del Niño se compone de un total de 54 artículos, en los que se recogen los derechos fundamentales de la infancia. Estos derechos se agrupan en cuatro categorías básicas:
· Derecho a la supervivencia.
· Derecho al desarrollo.
· Derecho a la protección.
· Derecho a la participación.
Este último, la participación, es uno de los elementos más relevantes y de consideración primordial para asegurar el respeto de las opiniones de los niños y plantea que todos los niños y niñas tienen el derecho a ocupar un papel activo en su entorno. De igual forma, la Convención ha servido como marco legal para promocionar y desarrollar la participación infantil y para alentar un proceso que incluya el diálogo y el intercambio de puntos de vista en el cual los niños asuman cada vez mayores responsabilidades.
Desarrollo de la capacidad de participar.
Para hablar de la capacidad de participar y de su desarrollo es esencial partir del postulado de que cada uno de los niños y niñas que vive en diferentes partes del planeta desarrolla de distinta forma y ritmo los diversos aspectos que conforman la inteligencia. Cada uno vive y se desenvuelve en medios y culturas diferentes y a lo largo de su vida ha vivido múltiples experiencias y enseñanzas, de tipo formal e informal, que determinan sus capacidades en los diferentes niveles del desarrollo infantil. Por lo tanto, las aptitudes dependen de su entorno, así como de las oportunidades de cada uno para realizarlas.
Desarrollo de la capacidad de participar.
Para hablar de la capacidad de participar y de su desarrollo es esencial partir del postulado de que cada uno de los niños y niñas que vive en diferentes partes del planeta desarrolla de distinta forma y ritmo los diversos aspectos que conforman la inteligencia. Cada uno vive y se desenvuelve en medios y culturas diferentes y a lo largo de su vida ha vivido múltiples experiencias y enseñanzas, de tipo formal e informal, que determinan sus capacidades en los diferentes niveles del desarrollo infantil. Por lo tanto, las aptitudes dependen de su entorno, así como de las oportunidades de cada uno para realizarlas.
Por otra parte, existen muchas teorías sobre el desarrollo de la identidad en la etapa de la niñez y la adolescencia, y muchas de ellas coinciden en que al final de estas dos etapas la participación comunitaria ocupa un lugar considerable, sin embargo, cada período necesita tipos de participación diferente.
En la etapa final de la niñez, es decir, de los 8 a los 11 años, los niños y niñas son considerados entusiastas y desarrollan la necesidad de división del trabajo y de compartir oportunidades.
Asimismo, ven en el trabajo en grupo como una oportunidad de demostrar su capacidad y sus primeras expresiones de autonomía; por tal motivo, muchas de las organizaciones que trabajan con niños y niñas de esta edad deben proporcionar los recursos para motivar su ánimo y llevar a cabo programas de participación que estimulen su energía frente al mundo como canal para explorar su identidad.
En lo que se refiere a la etapa final de la adolescencia, al igual que se experimentan cambios fisiológicos, se experimenta un período de identidad que busca consolidar su relación con la sociedad. Al contrario que la etapa final de la niñez, según señala Hart (2001), en esta fase los jóvenes son más introvertidos y los proyectos en los que participan deben permitir la comparación entre uno mismo y los otros en contextos emocionales.
Otra cuestión importante es el concepto de autoestima, ya que lo que los niños y jóvenes sienten por sí mismo es un factor fundamental en el proceso de participación, y con frecuencia está relacionado con la clase social o cultural a la que pertenecen. De igual manera, los niños con una autoestima baja desarrollan formas de defensa que no les permiten comunicar sus ideas y sentimientos, lo que conlleva que la participación en grupo sea más difícil. Por tal motivo, en los proyectos en que se quiere contar con la participación de niños poco implicados, es fundamental identificar la situación y darles oportunidad para que desarrollen sus propias capacidades, lo cual significa proporcionar diferentes formas de participación y de expresión.
El desarrollo de los niños, niñas y adolescentes y la capacidad de comprensión de las perspectivas de los otros, varía dependiendo de la edad, y en cada periodo los menores presentan diferentes aportaciones en la participación grupal.
Espacios de participación infantil.
Muchos expertos y expertas en participación infantil afirman que existen tres espacios básicos donde se puede desarrollar la participación:
1. Nivel familiar.
2. Nivel escolar.
3. Nivel local o municipal.
La familia es la primera instancia de socialización para el desarrollo de la participación infantil. Parte de su importante papel en este proceso radica en la forma de potenciar en la infancia y la adolescencia las capacidades de acciones participativas y el sentido de responsabilidad social, aunque por otra parte, el ámbito de la familia es un lugar al cual resulta complejo llegar de forma directa: Por lo tanto, puede resultar favorable que los padres y madres intervengan o, al menos, presencien experiencias de participación infantil real en otros escenarios como la escuela y la comunidad.
La escuela es el segundo espacio fundamental para potenciar la participación en los niños y jóvenes. Sin embargo, a pesar de este hecho, algunas prácticas educativas tradicionales se han opuesto a que en la escuela se adopten y desarrollen experiencias de participación infantil real.
Los objetivos formativos de las instituciones educativas principales agentes socializadores del Estado, se centran fundamentalmente en torno a unos valores de estabilidad y defensa de la democracia. Además, en el ámbito escolar se puede decir que el desarrollo de experiencias prácticas de participación infantil no sólo cuestiona los miedos a un sistema educativo sin reglas ni control, sino que resulta determinante en el aprendizaje de los derechos y responsabilidades tanto individuales como colectivas.
El nivel local o municipal es el tercer campo para la participación infantil. El municipio es el espacio de participación ciudadana, incluyendo a la infancia, más importante en el proceso de consolidación de una democracia. El ámbito local es la esfera donde las personas desarrollan gran parte de su vida social y afectiva y donde ésta se articula con la de los demás. En este sentido, la solución al problema de la falta de participación infantil, exige más acciones efectivas en los contextos locales.
Mediante una participación infantil activa en el municipio, “se promueve la educación cívica de la infancia en la ciudad. Los niños y jóvenes conocen más su ciudad, se sienten más “miembros activos” del desarrollo de su comunidad, comprenden mejor cómo y por qué deben ser ciudadanos partícipes de sus ciudades. Al llevarse a cabo prácticas de participación infantil a escala local, los menores sienten un cierto protagonismo que aumenta su sentimiento de pertenencia e implicación para con la ciudad.” (UNICEF – Comité de País Vasco).
Otra área también importante es la de los medios de comunicación, los cuales realizan un papel destacado en la conformación de la visión de la realidad y de la percepción que tienen los espectadores.
Con sus mensajes, no sólo se recibe información, sino que se aprenden y refuerzan conceptos, valores y actitudes. Por tal motivo, deben ofrecer en sus programaciones espacios que favorezcan de manera positiva a la infancia. Asimismo, los medios tiene el poder de contribuir al desarrollo de los niños y niñas, y una manera de hacerlo es a través de la participación.
Generación de espacios reales de participación infantil.
Se han mencionado algunos de los más importantes espacios de participación infantil, sin embargo, queda la necesidad, más que de crear nuevos espacios, de mejorar los existentes y utilizar muchos de los mecanismos que usamos los adultos como la repartición de tareas, las asambleas, las cooperativas, etc., en el mundo de la niñez.
Por otra parte, una de las mejores formas de conocer más a los niños, niñas y jóvenes es a través de un diálogo abierto, de colocarnos en la posición del que escucha, de preguntarles de forma directa sobre sus intereses, sus conocimientos y experiencias y dejarles hablar para hacer crecer los espacios y mecanismo de participación y no dejar sus opiniones aisladas de nuestro entorno.
Los verdaderos espacios de participación deben ser lugares de intercambio y encuentro de ideas, y el primer paso para que los niños y jóvenes participen es motivarlos y hacerles entender que su participación es imprescindible en todas las esferas.
Consecuencias positivas de la participación y consecuencias negativas de la no-participación.
(Plataforma de Organizaciones de la Infancia)
Consecuencias negativas de la no participación | Consecuencias positivas de la participación |
Dependencia: el niño depende del adulto para cualquier decisión. | Mejora de capacidades y potencialidades personales. |
Escasa iniciativa | Autonomía. |
Pasividad, comodidad, conformismo. | Creatividad. |
Falta de respuesta en situaciones críticas. | Experimentación. |
Falta de sentido crítico. | Capacidad de razonamiento y elección. |
Inseguridad, baja autoestima personal. | Aprendizaje de los errores. |
Reducción de la creatividad e imaginación si las actividades son dirigidas. | Se configura una mayor personalidad, se fomenta el sentido crítico. |
Estancamiento en el desarrollo personal y formativo. | Se incrementan las relaciones personales y el intercambio de ideas. |
Miedo a la libertad a tomar decisiones. | Aprendizaje más sólido. |
Baja capacidad de comunicación. | Se desarrolla la capacidad de escucha, negociación y elección de alternativas. |
Bajo aprendizaje de valores democráticos. | Aprendizaje de valores democráticos: participación y libertad. |
Baja creencia en la democracia. | Valor de la democracia intergeneracional. |
Infancia como objeto no participativo. | Infancia como sujeto activo social. |
Desconocimiento de derechos de expresión. | Ejercicio y reivindicación de derechos de expresión. |
Invisibilidad social de la infancia. | Mayor riqueza y diversidad Social |
Finalmente, sólo a través de la participación directa los niños y las niñas podrán desarrollar el verdadero valor de la democracia y el verdadero sentido de la cooperación y la solidaridad.
La participación infantil supone un aprendizaje de retroalimentación mutua entre la infancia y los adultos.
Los niños y los jóvenes pueden jugar un papel valioso, pero sólo si creamos los verdaderos espacios para la participación y si reconocemos sus capacidades y derechos, pudiendo así formar personas reflexivas y críticas que actúen en sus comunidades y que, al mismo tiempo, sean conscientes de que lo que pasa y afecta a su localidad, cambia y afecta al mundo.
Referencias.
· BOYDEN, JOYENNEW JUDITH (2000). La infancia en el centro de atención: un manual para la investigación participativa con niños. Madrid: Save the Children/ Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. · CONSEJO DE LA JUVENTUD DE ESPAÑA (1999). Participando que es gerundio, pautas educativas para trabajar la participación infantil. Madrid: Consejo de la Juventud de España. · HART, ROGER A. (1993). La participación de los niños: de una participación simbólica a una participación auténtica, en Ensayos Innocenti no. 4. UNICEF. · HART, ROGER A. (2001). La participación de los niños en el desarrollo sostenible. Barcelona: UNICEF/P.A.U. Education. · UNICEF – COMITÉ PAÍS VASCO (2001). Un enfoque de construcción de ciudadanía: Manual sobre el Derecho a la participación. UNICEF. · W.AA. (2000) Participación Infantil en el Tiempo Libre. Madrid: Plataforma de Organizaciones de Infancia.
[1]Adriana Apud Porras es Candidata a Doctora en Educación Permanente por el CIPAE, trabajó durante varios en temas de educación y comunicación para el desarrollo en la UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) en España y como periodista en temas sociales en diversos medios de comunicación. Sabersinfin.com manifiesta su agradecimiento a Adriana Apud Porras por autorizarnos compartir este material.
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