Alquimia de las circunstancias adversas
“Cambia tu mente y cambiarás el mundo” (Buda)
Al escuchar el concepto de alquimia lo relacionamos de súbito con la Edad Media y la búsqueda de la piedra filosofal para transmutar metales menores en oro, la búsqueda de la eterna juventud, etc…
Es bien sabido que estos buscadores tenían como medio de comunicación un código hermético muy específico que refería procesos internos o esotéricos y al mismo tiempo un aspecto externo basado en experimentos metalúrgicos, etc.
Este conocimiento da pauta en el plano de lo físico a la ciencia actualmente conocida como química, y en su aspecto oculto o esotérico Carl Gustav Jung retoma su simbología para explicar las zonas del inconsciente humano.
Jung muestra cómo los símbolos utilizados por los alquimistas acontecen en la psique como parte del depósito de imágenes mitológicas empleadas por el individuo en sus sueños. Con esta perspectiva Jung refuerza el carácter universal de su teoría del arquetipo y sostiene que “el simbolismo de la alquimia tiene mucho que ver con las estructuras del inconsciente… los sueños de hombres y mujeres de nuestros tiempos tienen mucho que ver con imágenes y metáforas que se encuentran en los tratados medievales”. Y plantea la alquimia como una escuela de psicoterapia que busca transmutar las sombras humanas, que subyacen en la obscuridad del inconsciente, a través de un proceso de psicoterapia, en un proceso que libera al sujeto de su propia esclavitud y así de éste modo se produce un proceso alquímico al hacer del sujeto un ser que se conoce así mismo.
Pero actualmente ¿cómo podemos aplicar la alquimia en nuestra vida diaria?
Necesitamos hacer uso de un concepto fundamental de la alquimia denominado transmutación que refiere a un proceso de transformación de una cosa en otra. Etimológicamente el término transmutación deriva del verbo latín “transmutare”(transformar) y el prefijo “trans-”, que significa “de un lado para otro”. Es decir “Transformar una cosa en otra”.
Partiendo de este concepto existen actualmente corrientes de pensamiento donde utilizan este término para referir a un proceso de “alquimia sexual” que raya en el denominado tantrismo rojo.
El concepto transmutación se define como un conjunto de procedimientos que pueden llevar a cabo los individuos y que se consideran van a transformar al sujeto tras lograr una evolución espiritual.
Pero en la vida cotidiana ¿cómo podemos transmutarnos de ser seres ordinarios en seres más evolucionados considerando que el ritmo social que nos envuelve da poca oportunidad para dedicarnos a una vida de búsqueda espiritual?
Para ello también debemos comprender el concepto de espiritualidad como un proceso de liberación de la consciencia que busca ante todo el desarrollo de las virtudes en el sujeto. Sí el desarrollo de las virtudes es la característica fundamental que sustentan muchas de las sociedades herméticas y las religiones, la alquimia de la vida cotidiana debe ser un método que nos permita transmutar estas atroces circunstancias en un proceso de desarrollo espiritual.
Así pues, basta considerar que las adversidades son un proceso que nos permite salir de la zona de confort para confrontarnos a nosotros mismos y auto conocernos, y considerando que vivimos en un contexto de lucha campal contra nuestros semejantes en un ambiente de clara competencia, agresividad, inseguridad, egoísmo, pasiones y miedos ¿cómo podemos transmutar estas situaciones cotidianas en un proceso de desarrollo de las virtudes?
La alquimia de las circunstancias adversas consiste en ser aprendices de todas las personas y circunstancias. Así toda adversidad sería una oportunidad de aprendizaje y por ende de evolución espiritual al desarrollar las virtudes humanas. Por ejemplo, una persona a la que le roban tiene dos formas de reaccionar:
• Negativamente entraría a un proceso de dolor inútil y conflictivo que no le llevará a recuperar lo perdido.
• Positivamente buscaría el aprendizaje que subyace a esta situación… el robo le permite desarrollar el desapego pues sus pertenencias ya nunca las va a recuperar y tendrá que aprender a perdonar pues el odio es, en palabras de Buda: “como tomarse un veneno, esperando que se muera el otro”.
Esta actitud nos transforma y lleva de ser víctimas de una circunstancia a ser protagonistas de un aprendizaje al transmutar un sufrido por qué a mí por un sabio para qué a mí. Esto implica que la alquimia de las circunstancias adversas tiene como laboratorio la vida cotidiana y el proceso de otredad y alteridad al que conlleva el contacto social. Así pues, a mayor adversidad mayores posibilidades tenemos de desarrollar virtudes.
Basta cambiar la actitud que tenemos ante la vida diaria y su acontecer en un evidente proceso de aprendizaje. Sí bien es cierto que las circunstancias serían las mismas, sólo basta cambiar la perspectiva y el resultado sería diferente.
La alquimia es una actitud de aprendizaje permanente de transmutación de las adversidades en un proceso de aprendizaje y desarrollo de las virtudes humanas. Basta mantener permanentemente esta actitud de aprendizaje y desarrollo de las virtudes en cada circunstancia para hacer de nosotros eternos aprendices.
Juan Carlos Martínez Parra
(El Monje Hereje)