3 de junio de 2013
Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia, más conocido como Mario Benedetti, escritor y poeta uruguayo, nos legó en 1968 un cuento titulado “A imagen y semejanza”, el cual recomiendo sea leído en su totalidad ya que existe una gran enseñanza moral que puede aplicarse en el diario camino de la vida, así mismo, este cuento me servirá en están ocasión para hacer una reflexión de lo que generalmente ocurre en los tiempos electorales, los cuales, por cierto, ya se encuentran muy próximos; este análisis nos puede servir como punto de partida para comprender las cosas que se presentan durante estos procesos y además nos da una referencia para la toma de decisiones más adecuadas en un futuro cercano.
Benedetti escribe: “Era la última hormiga de la caravana, y no pudo seguir la ruta de sus compañeras. Un terrón de azúcar había resbalado desde lo alto, quebrándose en varios terroncitos… la hormiga acometió lateralmente su objetivo, alzó el terrón y lo sostuvo sobre su cabeza. Por un instante pareció vacilar, luego reinició el viaje, con un andar bastante más lento que el que traía… De pronto el terrón resbaló sobre el papel, partiéndose en dos. La hormiga hizo entonces un recorrido que incluyó una detenida inspección de ambas porciones, y eligió la mayor. Cargó con ella, y avanzó… Hubo una leve corriente de aire, como si alguien hubiera soplado. Hormiga y carga rodaron. Ahora el terrón se desarmó por completo. La hormiga cayó sobre sus patas y emprendió una enloquecida carrerita en círculo. Luego pareció tranquilizarse… otro obstáculo la detuvo. Era un trocito de algo, un palito acaso tres veces más grande que ella misma. Retrocedió, avanzó, tanteó el palito, se quedó inmóvil durante unos segundos. Luego empezó la tarea de carga… Sin embargo, no había avanzado dos centímetros por la superficie clara del papel, cuando algo o alguien movió aquella hoja y la hormiga rodó, más o menos replegada sobre sí misma. Sólo pudo reincorporarse cuando llegó a la madera del piso… Para la hormiga, semejante posición representó en cierto modo una facilidad, ya que pudo hacer un rodeo a fin de intentar la operación desde un ángulo más favorable. Al cabo de medio minuto, la faena estaba cumplida. La carga, otra vez alzada, estaba ahora en una posición más cercana a la estricta horizontalidad… Sobre la madera, la hormiga avanzaba más lentamente que sobre el papel. Un nudo, bastante rugoso de la tabla, significó una demora de más de un minuto… Un golpe aparentemente dado sobre el piso. Al igual que las otras, esa tabla vibró y la hormiga dio un saltito involuntario, en el curso del cual, perdió su carga. El palito quedó atravesado en el tablón contiguo. El trabajo siguiente fue cruzar la hendidura, que en ese punto era bastante profunda… La hormiga se acercó al borde, hizo un leve avance erizado de alertas, pero aun así se precipitó en aquel abismo de centímetro y medio. Le llevó varios segundos rehacerse, escalar el lado opuesto de la hendidura y reaparecer en la superficie del siguiente tablón. Ahí estaba el palito. La hormiga estuvo un rato junto a él, sin otro movimiento que un intermitente temblor en las patas delanteras. Después llevó a cabo su quinta operación de carga…La hormiga avanzó en la antigua dirección, que en ese espacio casualmente se correspondía con la veta. Ahora el paso era rápido, y el palito no parecía correr el menor riesgo de derrumbe. A dos centímetros de su meta, la hormiga se detuvo, de nuevo alertada. Entonces, de lo alto apareció un pulgar, un ancho dedo humano y concienzudamente aplastó carga y hormiga”.
El relato anterior nos lleva a pensar en la relación que tienen los actores con la realidad, ya que si se hace una alegoría con cualquier personaje actual, que no ha seguido el camino que la mayoría de manera irreflexiva recorre, y que mediante la realización de una ardua y constante lucha, llevando a cuestas una enorme carga moral, emocional y de servicio, desea llevar de manera razonada y reflexiva a su comunidad los cambios y satisfactores que le brinden dignidad, progreso y beneficio social, pero que al andar el sinuoso camino y por azares del destino, el personaje se encuentra con múltiples factores adversos que le dificultan cumplir con sus objetivos, debido a que lleva una gran carga y a lo abrupto del camino; aun así y con todas esas vicisitudes al final se logra llegar con esos buenos propósitos de fraternidad y solidaridad. Pero siempre existe algo que está fuera de todo control humano y que puede impedir que en la última etapa del camino los objetivos no se lleven a buen fin, debido a que existen infinidad de intereses que no coinciden con la manera de pensar y de actuar del grupo que ostenta el poder tanto económico, como político y en consecuencia se opone (de lo alto apareció un pulgar, un ancho dedo humano y concienzudamente aplastó carga y hormiga) a toda costa a que alguien con buena voluntad, con sentido humanista y a base de lucha y sufrimiento, trate de sacar de la ceguera a su pueblo aportándole luz; es por lo anterior, que este relato nos lleva a inferir que debemos estar atentos a los acontecimientos que se susciten en los próximos días, alrededor de los actores sociales que tratan de llevar bienestar de manera honesta y sincera a sus coterráneos.
Y como diría el filósofo de Güémez ¡La confianza dura… hasta que se acaba!, al final Usted tiene la última opinión.
Jorge Rodríguez y Morgado (Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.) es catedrático universitario, conduce: ConoSERbien en Sabersinfin.com