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Luis G. Benavides Ilizaliturri
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Luis G. Benavides Ilizaliturri
La violencia parece desatarse nuevamente en el mundo y acentuarse en nuestro entorno: en acciones irresponsables de los gobiernos, en respuestas arrebatadas del pueblo, en campañas políticas insubstanciales y plenas de violencia verbal, en el enriquecimiento desmedido de los poderosos, en los rincones íntimos de la familia… Sin contar la ambiciosa brutalidad del imperio y la deshumanizada cobardía de las naciones.
Son múltiples las causas que ocasionan esta violencia: Todo es multicausal y todo tiene que ver con todo. Si es un hecho que la sola educación no logra eliminar la violencia, ésta no desaparecerá sin auténticos, profundos y significativos aprendizajes. CIPAE sostiene que lo educable del ser humano es su sistema de relaciones (consigo, con los demás, con el entorno) pues las relaciones son el “gen” de la historia personal de cada individuo.
En la visión de la educación permanente, el proceso educativo consiste en hacer que la situación utópica de la humanidad se haga colapsar en la historia presente de cada individuo y de cada grupo humano. Esto exige una actitud permanente de aprendizaje y una puesta en obra de esa utopía, con el desarrollo de todas las “facultades” con las que cuentan tanto el individuo como la sociedad.
La utopía desde siempre está relacionada con la paz, que tiene carga etimológica de pacto como producto de acuerdo, de diálogo de convivencia humana, y por lo mismo de justicia, solidaridad y respeto a la dignidad personal.
Etimológicamente, para los griegos, la paz era una situación lograda mediante el uso de la palabra en reuniones o asambleas, palabra que permitía trabar un tejido entre diversas posturas de pensamiento y entre los individuos que las sostenían. Para los chinos, la paz es obra de aquella palabra que logra unir lo separado en un mismo aliento y genera una actitud que se hace manifiesta al usar palabras que mueven corazones al unísono.
La violencia se inicia siempre con la palabra. Palabra que, al cargarse de desamor, se hace eficaz pero destructora, mentirosa y ciega.
Fomentar la paz y no la violencia es tarea fundamental de la educación permanente; donde la utopía debe ser generador y motor de movimiento social de entendimiento. Revalorar la fuerza de la palabra para que una y humanice, evitar la palabra que hiere y divide: particularmente aquella que intenta hacer del hablante un dechado de virtud y de defensa del “bien”, aunque éste se denomine común.
Porque la palabra -aquella proferida desde el corazón fariseo- también es violenta, también destruye, también mata.
Aprender a articular palabras que unifiquen corazones y que consoliden proyectos es tarea siempre inacabada de la educación permanente.
La palabra latina pax, pacem a su vez, proviene del indoeuropeo pac, pag que significa fijar, atar, amarrar, asegurar, sujetar. De esta misma raíz indoeuropea proviene una serie de palabras vinculadas con la idea de “amarrar”, “atar”: por ejemplo, página (porque las hojas se amarran para formar un libro), paquete, país, paisaje, paisano... La misma raíz pac, pag del indoeuropeo significa lugar de residencia, campo, villa, pueblo y, en ocasiones, mundo, tal vez porque, así como país o paisano, surge de la idea de los lazos que atan al lugar de origen, así se entiende por qué pagano significa el que pertenece al campo.
Comentario de la Dirección de Sabersinfin.com: El Dr. Luis G Benavides Ilizaliturri es doctor en múltiples y diversas disciplinas, políglota, ha sido catedrático, asesor educativo y conferencista en todo el mundo, es considerado uno de los mejores educadores del planeta. Sabersinfin.com agradece la autorización del Dr. Benavides para publicar este material, pero principalmente se honra de conocer a un hombre que ante todo lo caracteriza su profundo amor a la vida.