El autor analiza los fines de la educación, desde la perspectiva de la Constitución Política de México y la formación permanente.
- ¿Cuál educación?
- ¿Para qué esa educación?
- ¿Cómo atribuirle calidad al fenómeno educativo en nuestro país?
Cuál educación “La educación es la palanca del desarrollo nacional”: así se ha afirmado como ritornelo recurrente en todos los espacios políticos. Se trata de una aseveración en el que la educación es un abstracto, por lo que podemos preguntarnos: ¿Cualquier educación? ¿Toda educación? ¿Siempre?... Porque se diría que hoy tenemos más gente que nunca que va o ha ido a la escuela –hay quien lo atribuye a los más de 5 millones de becas[4]- y no obstante tenemos los más altos índices de desempleo y un muy bajo índice de crecimiento (Expertos de grupos privados de análisis económico redujeron sus pronósticos de crecimiento del PIB para 2005 en México de 3,54 por ciento a 3,1, una cifra menor a la meta de 3,75 prevista por el Gobierno, informó hoy el Banco de México)[5]. También tenemos la más alta emigración del país y el más elevado ingreso de capital –no por inversión ni por productividad- enviado por los connacionales expatriados[6]. Y es que educarse es más que ir a la escuela, por más que algunos organismos internacionales midan los niveles educativos de los países por el promedio de años que sus habitantes pasaron en las aulas[7]. De ahí que la primera pregunta que propongo es definir cuál educación. Esta respuesta debe defubur el fenómeno educación para una situación histórica precisa en tiempo y espacio. Ya no se trata de la educación en general, ni en abstracto. La respuesta que demos será precisamente la que nos permita denotar su calidad, porque el término calidad proviene del acusativo (qualitatem) de la palabra latina quilitas que a su vez se deriva del término latino qualis que significa ¿cuál? ¿de qué clase? ¿Cómo está constituido?[8]Por ello, si respondemos a la pregunta ¿Cuál educación?, definiremos también la calidad que esa educación deberá tener, y en ella, los determinantes históricos concretos de calidad. Esa educación, ¿Para qué? Resulta asimismo indispensable, para poder definir cuál educación, establecer su finalidad. De hecho, en toda la filosofía se afirma que los fines[9] determinan la naturaleza o la razón de ser de un ente. Explican en qué consiste un ser. Por supuesto que esa definición de las cosas, de las acciones la hacemos los seres humanos y al establecer esa definición le adjudicamos el valor existencial que tiene como una posibilidad de ser lo que puede ser. Por ello, los fines se expresan como futuro que dan “consistencia” y cabalidad cuando se realizan como fenómeno, como hecho histórico. Por ejemplo, una silla es un “asiento con respaldo y patas (descripción) para sentarse” (“para sentarse” definición: finalidad) al definirlo así, su consistencia, aquello para lo que existe y le da razón de ser es esa finalidad que la hace plenamente silla cuando alguien se sienta en ella. Si definimos socialmente el para qué de la educación mexicana y más específicamente la definimos en una situación más concreta en cada localidad, en cada municipio, en cada estado, la definición, por ser histórica (ligada a tiempo y espacio) nunca será definitiva, siempre será provisional porque la realidad es cambiante y el ser humano –en tanto que existe- también es un ser en cambio. Cómo atribuirle calidad a la educación en nuestro país Como un esfuerzo de concreción, retomo el término calidad recordando que ésta no es un “ser-en-sí”, sino algo “que pertenece como atributo a un sujeto, sin ser su definición, su género o su propiedad”[10]. Y la concreción consiste en buscar cuáles serían esos elementos que hacen que se pueda atribuir calidad la educación mexicana. Por supuesto que no admitiré que los “parámetros” o atributos de calidad nos sean impuestos desde fuera. Somos los mexicanos, en ejercicio de nuestra propia soberanía, quienes podemos establecerlos. Corresponde a nosotros, los mexicanos, definir las características que debe tener nuestra educación para ser de calidad y establecer los medios, instrumentos y procedimientos para verificar su presencia en nuestros procesos y resultados educativos. Además, la trivialidad con la que se maneja en el mundo de hoy el término calidad y la sustantividad que se le atribuye hasta denominarla “total” entorpece su significado y la función que podría tener una búsqueda constante en función de fines y no sólo de estrategias. Por ejemplo, las llamadas “escuelas de calidad” (cuyos resultados en los últimos informes proporcionados por la propia SEP no son muy halagüeños), se han convertido entes-en-sí, sin referencia educativa trascendente[11], dado que no se definen en función de los fines de la educación mexicana, sino más bien por la dotación de “cosas” con las que las habilitan los gobiernos y la sociedad. Algo semejante ocurre con las evaluaciones de los organismos internacionales que nos califican (siempre desfavorablemente, igual que prácticamente a todos los demás países) sin tomar en cuenta los rasgos de calidad exigidos por nuestros fines educativos[12]. Igualmente, la manía certificadora (siempre venida del exterior) nos ha confundido respecto al sentido y valor de nuestros fines educativos. Quizás esta confusión es resultado del olvido de nuestra propia historia, de las profundas esperanzas que nuestros padres y nuestros antepasados han depositado en la educación: esperanzas fielmente plasmadas en nuestra Constitución Política y particularmente en su Artículo Tercero. Se trata de una educación para todo individuo sin cortapisas de edad, sexo, razas, religión, grupos, cuyos propósitos son:
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Desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano;
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Fomentar en el ser humano el amor a la patria y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia;
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Luchar contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios: basándose en los resultados del progreso científico, en la laicidad y en ser ajena a cualquier doctrina religiosa;
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Considerar la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo;
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Atender, con visión nacional,
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A la comprensión de nuestros problemas,
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Al aprovechamiento de nuestros recursos,
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A la defensa de nuestra independencia política,
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Al aseguramiento de nuestra independencia económica y
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A la continuidad y acrecentamiento de nuestra cultura.
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Contribuir a la mejor convivencia humana robusteciendo en el educando;
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el aprecio para la dignidad de la persona;
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el aprecio para la integridad de la familia;
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la convicción del interés general de la sociedad;
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el cuidado que ponga en sustentar los ideales de fraternidad e igualdad de derechos de todos los hombres, evitando los privilegios de razas, de religión, de grupos, de sexos o de individuos.
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En vez de inventar una “educación con calidad” cuya “referencia” es extranjera y dominadora, y unas evaluaciones autodenominadas educativas cuyos parámetros no nos pertenecen, contrastémonos con las características de una educación que nos comprometa a ser verdaderos mexicanos. Esta educación fina y claramente marcada en el Artículo 3° sintetiza los ideales expresados en la Proclama de independencia de Hidalgo, los Sentimientos de la Nación, las luchas de la independencia, de la Reforma, de la Revolución y el trabajo de tantos y tantos educadores, padres de familia y otros agentes silenciosos que han forjado el país que hoy somos. Estos son, sin duda, los verdaderos parámetros de la calidad de nuestra educación, pues la grandeza de todos nuestros héroes está plasmada en la visión constitucional del México que queremos y podemos se, y que sólo es posible con una educación comprometida con sus planteamientos doctrinarios: sólo esta educación tendrá fuerza para provocar el desarrollo y asegurar un mejor futuro para nosotros y para nuestros descendientes. El futuro concurrente con este enfoque y diseñado participativamente en cada localidad, en cada municipio, en cada estado se convierte a su vez en parámetro del bienestar y la convivencia, razón fundamental del ser del Estado mexicano. En este sentido, la propuesta a largo plazo planteó ya en 1990 que “La educación será la palanca de la transformación si los mexicanos encuentran en ella un medio para desarrollar nuevas capacidades: la capacidad de generar una estructura productiva, liberadora y eficiente con el apoyo del conocimiento científico y tecnológico; la capacidad de fortalecer la solidaridad social e identidad nacional y la cultura científica y tecnológica; la capacidad de los trabajadores para adquirir y humanizar nuevas técnicas de producción; la capacidad de ampliar las vías de participación democrática y plural; la capacidad para perfeccionar los servicios a fin de que repercutan eficientemente en el bienestar de la población. Con la educación podemos hacerlo reafirmando nuestra identidad nacional, nuestro proyecto histórico y nuestra voluntad firme de consolidar la soberanía nacional”. ¿Qué nos falta individual y colectivamente para hacerlos realidad en el hoy de nuestra vida? Tal debería ser nuestro compromiso y nuestra participación en la educación. Finalmente, una manera eficaz de conseguir estos compromisos consiste en desatar un movimiento social educativo que, como política de estado, retome el sentido profundo de nuestro compromiso constitucional, sin olvidar que hacer realidad el Artículo tercero trae consigo la fidelidad al artículo 39 de nuestra propia Constitución: educarnos como pueblo soberano, reconociéndonos como el soberano de este país con capacidad y poder para actuar como soberano y ser reconocido como tal. Muchas gracias
Anexo 1
País | Monto |
México | 17 600 |
Brasil | 6 500 |
Colombia | 3 857 |
Guatemala | 2 681 |
El Salvador | 2 540 |
Total: 41 36642.56 %para México:
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País | Monto |
Dominicana | 2 438 |
Ecuador | 1 740 |
Jamaica | 1 498 |
Perú | 1 360 |
Honduras | 1 134 |
Anexo 2 Perfiles de desempeño para personas de 15-16 años, formulados con amplia participación social en toda la república (SEP 1990-1991) con la metodología aportada por México a la UNESCO como respuesta a las necesidades básicas de Aprendizaje[13]. PERFILES DE DESEMPEÑO SOCIAL
PERFIL DE DESEMPEÑO SOCIAL PARA NIÑOS Y NIÑAS DE SEIS AÑOS | |||
1. | Realiza actividades creativas y recreativas con las que expresa sus ideas y sentimientos. | ||
2. | Aplica normas de seguridad, hábitos de higiene, orden y cuidado de la naturaleza en actividades cotidianas. | ||
3. | Interactúa eficazmente con otros niños y con los adultos empleando con fluidez y amplitud la lengua materna hablada. | ||
4. | Coopera en juegos y actividades de grupo, al adoptar diferentes papeles sociales y aceptar de manera general algunas reglas y convenciones. | ||
5. | Resuelve por sí mismo situaciones cotidianas y aplica nociones de espacio, tiempo, cantidad, causalidad y juicio moral. | ||
6. | Reconoce el uso de lenguajes gráfico simbólicos en situaciones cotidianas y elabora sus propias representaciones gráficas. | ||
7. | Participa en tradiciones y prácticas culturales de su comunidad. |
PERFIL DE DESEMPEÑO SOCIAL PARA NIÑOS Y NIÑAS DE DOCE TRECE AÑOS | |||
ÁMBITO DE DESARROLLO PERSONAL | |||
1. | Cuida y defiende su salud, promueve acciones para proteger su entorno y mantener un medio ambiente sano. | ||
2. | Cuida y respeta su persona como un todo integrado, tiene un concepto de sí mismo adecuado a su edad que le permite relacionarse con equidad y respeto con otras personas. | ||
3. | Organiza sus actividades para disponer de tiempo libre en beneficio de sus intereses personales. | ||
4. | Actúa en función de principios y convicciones morales que le ayudan a juzgar su comportamiento, entender el ajeno y tomar decisiones. | ||
5. | Utiliza esquemas generados por él mismo para seguir aprendiendo y afrontar nuevas situaciones. | ||
ÁMBITO DE DESARROLLO ECONOMICO Y SOCIAL | |||
6. | Defiende sus derechos, acepta sus obligaciones, reconoce los derechos de los demás, cuida de los bienes privados y públicos y recurre a diversas instancias de servicio. | ||
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