12 de diciembre de 2020
Con la física cuántica es posible comprender el mundo a escala atómica o subatómica y sus expresiones o consecuencias a escalas macroscópicas.
Con la física cuántica hemos podido conocer que todo es energía y que los seres vivos somos esa misteriosa y maravillosa interacción entre materia y energía. Somos seres electromagnéticos que vibramos a diferentes frecuencias y ritmos.
Así como De Broglie propuso que las ondas son partículas y las partículas son también ondas y que la velocidad por la masa de una partícula es inversamente proporcional a la longitud de onda, es decir a la frecuencia y ritmo; la poesía con su característica ondulatoria con su métrica y su rima, es capaz de generar vibraciones de nuestro cerebro y cada vibración neuronal equivale a un sentimiento a un pensamiento o a una emoción y estos a una acción.
La poesía, dependiendo de su frecuencia (métrica) y ritmo (rima), genera dos tipos de vibraciones, la positiva y la negativa y cada una de estas vibraciones se puede convertir en un pensamiento-sentimiento o emoción positiva o negativa.
La poesía, con su lenguaje, aspira crear un mundo fantástico, sugerente y polisémico, a través de un texto, lleno de imágenes mentales con una exquisita densidad de oscilaciones, dependiendo de su frecuencia y ritmo.
La poesía genera vibraciones a distintas frecuencias que se traducen en ondas cerebrales que nos hacen soñar, las denominadas ondas alfa con una frecuencia entre 8 a 14 ciclos por segundo (Hz); las ondas beta con frecuencias entre 14 a 30 Hz que nos despiertan; las ondas gama con frecuencias mayores a 30 Hz que llevan al cerebro a su máxima atención generando ansiedad, miedo e incluso alucinaciones y las que nos duermen con ritmos theta y delta con frecuencias entre 4 a 8 y entre 1 a 4 ciclos por segundo respectivamente.
La poesía al igual que la música dependiendo de sus notas, métrica y rima, generan ritmos que inducen pensamientos celestiales, románticos y amorosos, además de alegría o incluso hipnosis, que surgen de notas Fa, Si, La; mientras que ritmos Do, Re, Mi y Sol, inducen, ansiedad, temor, ira, erotismo, tristeza, disgusto, asco y dolor.
Los mecanismos mediante los cuales la poesía modifica la actividad cerebral, los pensamientos, sentimientos y emociones, es induciendo actividad de las glándulas para que secreten factores de crecimiento nervioso, hormonas sexuales, hormonas tiroideas, prolactina, oxitocina, hormona de crecimiento, péptidos gástricos y pancreáticos, encefalinas, endorfinas y activando cada una de nuestras células y el sistema adrenérgico, que es modulado por el factor liberador adrenocorticotrófico, para la síntesis de catecolaminas: adrenalina, dopamina, noradrenalina, cortisol, y otras hormonas. Además de todo ello la poesía modula otros neurotransmisores tales como el ácido gama-amino-butírico, la acetilcolina, la serotonina, el glutamato, la histamina, la dimetiletilamina y la glicina.
Finalmente, es importante mencionar que la poesía modifica en forma muy importante los niveles de acetilcolina para que se realicen los movimientos corporales, se rescaten los recuerdos se construyan nuevas memorias, y se liberen sustancias que nos conmuevan, que nos estremecen o que nos hagan llorar y entonces poder disfrutar de la gran emoción física y espiritual que nos da la poesía a través de su capacidad de hacer vibrar a nuestro cerebro y construir emociones.