
DARNOS CUENTA DE…
Tesara*
Dijeron los noticiarios europeos que la desgracia haitiana era producto de los acontecimientos de su historia: colonización, independencia, dictaduras, golpes de estado, saqueos, persecuciones, torturas, corrupción, enriquecimientos ilícitos, guerrillas e injusticia. No es cierto.
Esa no es solamente la historia del país caribeño, es la historia pasada y presente de Latinoamérica y debemos añadir: promesas incumplidas, decepción generalizada de la población, partidos de izquierda que se han dejado permear por la corrupción, limitado nivel educativo y cívico, cero cultura de la prevención, sindicatos poderosos y solapadores… la lista es ofensivamente larga.
En México decimos: “Después de niño ahogado pozo tapado". ¡Calamidad! En nuestro país las desgracias no son suficientes para tapar el pozo ni para sacar al niño.
¿Deben acontecer desastres naturales para que los gobiernos y la población tomemos consciencia de nuestra lastimosa susceptibilidad ante estos fenómenos y sigamos sin tomar medidas?
¿Debieron morir niños en la guardería ABC de Sonora, para clausurar cientos de estancias infantiles que no cumplían con los requisitos de seguridad y aún así no se ha señalado a los responsables directos de ese siniestro? ¡Gracias Suprema Corte de… Injusticia de la Nación! ¡El país te debe tanto…!
¿Debieron señalar a México como cuna de la nueva influenza para recordarle al gobierno que la investigación requiere un verdadero apoyo económico y no migajas del presupuesto? ¿Debemos siempre estar importando remedios para nuestros males físicos, cuando los cerebros mexicanos están esparcidos por el mundo aportando sus conocimientos a empresas extranjeras y los científicos que están en el país trabajan afanosamente contra toda adversidad presupuestaria?
¿Debe haber diez mil muertes violentas para que nos percatemos hasta dónde permeó el narcotráfico gracias a la corrupción que dejamos crecer sexenio tras sexenio y aún así seguimos empecinados en no cambiar la estrategia de combate contra las mafias?
¿Debemos gritar desesperadamente que se nos está acabando el petróleo para que apenas empecemos a tomar previsiones, cuando éstas tuvieron que haberse empezado a aplicar desde el heroico y casi olvidado año de 1938?
¿Debe haber una crisis económica en Estados Unidos para lamentar que no hemos diversificado nuestros mercados internacionales y que los tratados de libre comercio no han sido capitalizados por el sector productivo, gracias a que las instancias de fomento económico sólo reinventan programas-parches para tapar el requisito de cada sexenio, pero no logran un gran paso, por ejemplo, para empezar, que el treinta por ciento de nuestras exportaciones se destinen a la Unión Europea e Israel?
¿Debemos sufrir escasez de agua para que nos demos cuenta de que en México el líquido se desperdicia debido a la obsoleta infraestructura y al descuido de la población? ¿Y que paradójicamente el agua que nos venden como potable no es apta para el consumo humano? La doctora Blanca Elena Jiménez Cisneros, experta en ingeniería ambiental, ganadora del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2009, cuenta con cuatro patentes para tratar aguas residuales. ¿Por qué algún gobierno estatal o municipal no se anima a revisar el trabajo de la doctora y a ponerlo en marcha?
¿Tenemos que... para darnos cuenta de...? ¡Qué ingenuos, tontos, confianzudos o perezosos somos! Una buena distancia nos separa de los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) y sin embargo somos colegas del Reino Unido, Canadá, Finlandia, Estados Unidos, Francia y veinticinco naciones más.
México afrontaría las adversidades naturales y económicas de otra manera. No me pasa por la mente pensar que estaríamos en el edén, ni exentos del sufrimiento, pero cuando menos se salvarían más vidas de las que pueden salvarse en este momento; la población tendría la seguridad de que su gobierno está preparado para ayudarla aún en las zonas más recónditas y el gobierno respiraría un poco sabiendo que su gente cuenta con la cultura de la protección civil para sobrevivir mientras llega el auxilio.
Sabríamos que los quiebres económicos nos azotarían con miles de despedidos, pero que resistiríamos la presión si nacionalmente se manejara un esquema de seguro contra el desempleo o que al margen de las ventas del petróleo tuviéramos una plataforma fuerte de pequeñas y medianas empresas.
Desgraciadamente, todo lo anterior se complica porque el tiempo ya nos rebasó, la población creció, la protección civil está en pañales, la economía no crece a la par de las exigencias internas y externas, los servicios públicos son carentes y de mediocre calidad y los vicios de la tarea política sólo cambian de color. Además, problemas como el narcotráfico y la preocupación por la sucesión presidencial toman mayor relevancia.
Cuando en enero de 2010 el obispo de San Sebastián, España, José Ignacio Munilla, declaró que “nuestra pobre situación espiritual y nuestra concepción materialista de la vida”, son males mayores a los que está sufriendo el pueblo de Haití, muchos se rasgaron las vestiduras o se frotaron las manos diabólicamente para contraatacar. Desde una perspectiva político-social, debemos decir que dos males mayores son la deshonestidad y falta de compromiso de nuestros gobernantes y de nosotros, los ciudadanos, para con nuestro entorno social, político y natural. Si lo queremos ver desde la perspectiva teológica, diremos que ese mal mayor es el alma del hombre llena de amor para sí y carente para con los demás.
En México decimos: “Después de niño ahogado pozo tapado". ¡Calamidad! En nuestro país las desgracias no son suficientes para tapar el pozo ni para sacar al niño.
¿Deben acontecer desastres naturales para que los gobiernos y la población tomemos consciencia de nuestra lastimosa susceptibilidad ante estos fenómenos y sigamos sin tomar medidas?
¿Debieron morir niños en la guardería ABC de Sonora, para clausurar cientos de estancias infantiles que no cumplían con los requisitos de seguridad y aún así no se ha señalado a los responsables directos de ese siniestro? ¡Gracias Suprema Corte de… Injusticia de la Nación! ¡El país te debe tanto…!
¿Debieron señalar a México como cuna de la nueva influenza para recordarle al gobierno que la investigación requiere un verdadero apoyo económico y no migajas del presupuesto? ¿Debemos siempre estar importando remedios para nuestros males físicos, cuando los cerebros mexicanos están esparcidos por el mundo aportando sus conocimientos a empresas extranjeras y los científicos que están en el país trabajan afanosamente contra toda adversidad presupuestaria?
¿Debe haber diez mil muertes violentas para que nos percatemos hasta dónde permeó el narcotráfico gracias a la corrupción que dejamos crecer sexenio tras sexenio y aún así seguimos empecinados en no cambiar la estrategia de combate contra las mafias?
¿Debemos gritar desesperadamente que se nos está acabando el petróleo para que apenas empecemos a tomar previsiones, cuando éstas tuvieron que haberse empezado a aplicar desde el heroico y casi olvidado año de 1938?
¿Debe haber una crisis económica en Estados Unidos para lamentar que no hemos diversificado nuestros mercados internacionales y que los tratados de libre comercio no han sido capitalizados por el sector productivo, gracias a que las instancias de fomento económico sólo reinventan programas-parches para tapar el requisito de cada sexenio, pero no logran un gran paso, por ejemplo, para empezar, que el treinta por ciento de nuestras exportaciones se destinen a la Unión Europea e Israel?
¿Debemos sufrir escasez de agua para que nos demos cuenta de que en México el líquido se desperdicia debido a la obsoleta infraestructura y al descuido de la población? ¿Y que paradójicamente el agua que nos venden como potable no es apta para el consumo humano? La doctora Blanca Elena Jiménez Cisneros, experta en ingeniería ambiental, ganadora del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2009, cuenta con cuatro patentes para tratar aguas residuales. ¿Por qué algún gobierno estatal o municipal no se anima a revisar el trabajo de la doctora y a ponerlo en marcha?
¿Tenemos que... para darnos cuenta de...? ¡Qué ingenuos, tontos, confianzudos o perezosos somos! Una buena distancia nos separa de los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) y sin embargo somos colegas del Reino Unido, Canadá, Finlandia, Estados Unidos, Francia y veinticinco naciones más.
México afrontaría las adversidades naturales y económicas de otra manera. No me pasa por la mente pensar que estaríamos en el edén, ni exentos del sufrimiento, pero cuando menos se salvarían más vidas de las que pueden salvarse en este momento; la población tendría la seguridad de que su gobierno está preparado para ayudarla aún en las zonas más recónditas y el gobierno respiraría un poco sabiendo que su gente cuenta con la cultura de la protección civil para sobrevivir mientras llega el auxilio.
Sabríamos que los quiebres económicos nos azotarían con miles de despedidos, pero que resistiríamos la presión si nacionalmente se manejara un esquema de seguro contra el desempleo o que al margen de las ventas del petróleo tuviéramos una plataforma fuerte de pequeñas y medianas empresas.
Desgraciadamente, todo lo anterior se complica porque el tiempo ya nos rebasó, la población creció, la protección civil está en pañales, la economía no crece a la par de las exigencias internas y externas, los servicios públicos son carentes y de mediocre calidad y los vicios de la tarea política sólo cambian de color. Además, problemas como el narcotráfico y la preocupación por la sucesión presidencial toman mayor relevancia.
Cuando en enero de 2010 el obispo de San Sebastián, España, José Ignacio Munilla, declaró que “nuestra pobre situación espiritual y nuestra concepción materialista de la vida”, son males mayores a los que está sufriendo el pueblo de Haití, muchos se rasgaron las vestiduras o se frotaron las manos diabólicamente para contraatacar. Desde una perspectiva político-social, debemos decir que dos males mayores son la deshonestidad y falta de compromiso de nuestros gobernantes y de nosotros, los ciudadanos, para con nuestro entorno social, político y natural. Si lo queremos ver desde la perspectiva teológica, diremos que ese mal mayor es el alma del hombre llena de amor para sí y carente para con los demás.
*Tesara es una joven mexicana con estudios de posgrado. Actualmente radica en Europa.
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