A tres años de la guerra
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Raymundo García García*


El pasado 5 de mayo de 2010, se cumplieron tres años de que “formalmente”  se diera inicio a la guerra del Estado mexicano en la representación del ejecutivo federal, en calidad de comandante de las fuerzas armadas, en contra del crimen organizado, como el enemigo de México. Decisión formalizada el 5 de mayo de 2007, teniendo como escenario los festejos del aniversario del triunfo de la Batalla del cinco de mayo en los Fuertes de Loreto y Guadalupe Puebla, la publicación de hacer efectivo el ejercicio legítimo de violencia que le asiste a todo Estado.


Más allá de debate en los medios de comunicación, en los espacios académicos y políticos, la guerra intestina mexicana gobierno federal, versus crimen organizado, fue pasando  de las críticas, cuestionamientos y debates, a la constatación social de ser un fenómeno político crudo, real, efectivo, convirtiendo a la guerra militar en contra de los malosos y enemigos de México y de su pueblo, un asunto de seguridad nacional, y también una decisión de políticas públicas íntimamente relacionadas con políticas públicas de defensa nacional en todo el territorio: tierra, aire y mares.


La guerra del Estado mexicano en contra del crimen organizado, que en la declaración formal del cinco de mayo poblano de 2007, contó con el testimonio de los principales agregados militares de, mundo;  al margen de la contabilización diaria de bajas militares, policiales, criminales organizados y civiles, ha provocado o producido consecuencias distintas, dentro de las que se pueden enumerar las siguientes:


1.    Una transformación paulatina y progresiva de la mentalidad del ejército mexicano, al pasar de una organización castrense responsable de la protección civil de la población y su Plan N III, hacia la de un aparato cada vez entrenado y profesionalizado en el arte de la  confrontación bélica, con todos los recursos y tecnologías que este ejercicio punitivo requiere: formación, actualización, inteligencia, adquisición de naves y armas, como jamás se habría imaginado la sociedad hace dos décadas.

2.    La incursión del ejército mexicano en la lucha en contra del crimen organizado a través de la recuperación de plazas, pueblos, ciudades; ha llevado a iniciar un proceso de reinstitucionalización de las fuerzas armadas, con incremento en las percepciones económicas a fin de frenar la deserción y formación de grupos paramilitares de elite, encaminados a rebelarse o a aliarse en la lucha en contra del Estado mexicano.

3.    La guerra mexicana, ha provocado que dentro de la agenda nacional y en particular en la agenda legislativa federal, se impulse el inicio de una revolución legislativa en materia de seguridad pública, ante la corrupción y contaminación de los cuerpos policiales estatales y municipales, por organizaciones del crimen organizado, al grado de llegar a ser sustituidos dichos cuerpos de seguridad por efectivos del ejército.

4.    Influir en la transversalidad  del derecho positivo mexicano, para actualizar las instituciones jurídicas, blindándolas de la penetración del crimen organizado mediante reformas que impactan los terrenos de la banca, las elecciones, la propiedad inmobiliaria etc. Por ello, a tres años de guerra, vale la pena pensar en hacer un balance objetivo desde la sociedad.

*Raymundo García García es mexicano, catedrático, investigador y doctor en Ciencia Política.

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