EDUCACIÓN PERMANENTE PARA LA COMPETITIVIDAD
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EDUCACIÓN PERMANENTE PARA LA COMPETITIVIDAD

 

 

 

Por: Raúl García Tlapaya*

 

 Hoy día el negocio es el conocimiento, y a la velocidad que hay que añadir otros ingredientes para comprender mejor la dimensión del fenómeno. Uno de ellos es sin duda el incremento de la complejidad y el caos que nos rodea, propio y natural de cualquier sistema de la naturaleza, pero muy amplificado por la enorme cantidad de interacciones y elementos nuevos que los humanos hemos incorporado a la vida en la Tierra. Se acabaron los fenómenos deterministas, predecibles y lineales; ahora reina la incertidumbre, la imprevisión, el azar y los planes tienen que ser necesariamente dinámicos y a corto plazo. Además, cuanto más nos conocemos, más complejo nos parece el mundo que nos rodea y mayor parece el abismo entre el mundo conocido y el desconocido, inquietud que alimenta, siguiendo un círculo virtuoso, la investigación científica y tecnológica que es, sin duda, la clave del cambio y de la competitividad. 

 

 

En los últimos diez años se empezaron  a oír voces  demandando educación permanente en los docentes que realmente incidiera en la enseñanza, superando el aprendizaje de técnicas o recursos concretos para contribuir a su desarrollo, a su mejora, a su avance progresivo como profesionales, mediante la puesta en marcha de contextos de enseñanza-aprendizaje que premien la reflexión, el análisis, la investigación, el intercambio de ideas y experiencias, los debates y discusiones, la cooperación, la autonomía, la dialéctica teoría-práctica, en lugar de aquellos otros procesos caracterizados por las pautas propias de un enfoque académico o técnico de la formación del profesorado. 

 

 

 

Pero, si hoy día el negocio es el conocimiento, entonces, ¿cómo debemos concebir a dicho conocimiento? El conocimiento se concibe como «capital cultural» y las instituciones educativas como comunidades académicas y profesionales, independientes del aparato estatal, cuya responsabilidad social se entiende como competitividad.

 

 

 

Es por ello que la Educación Permanente juega un papel muy importante dentro de la competitividad. La educación permanente pretende y quiere, contar con el talento de las mejores personas y la capacidad para poner en práctica el conocimiento que se posee, son la clave para seguir siendo un jugador competitivo y sostenible, tarea cada vez más difícil. Innovar supone asumir riesgos, estar dispuesto a soportar y aprender de los fracasos; estar siempre observando, con cierta ingenuidad y sin prejuicios, a los clientes, los competidores; supone promover y alimentar entornos donde se valore la creatividad, las nuevas ideas; donde se valore tanto el des aprendizaje como el aprendizaje; donde se use y se vea la tecnología como lo que realmente es, una oportunidad de mejora, de cambio, y no como algo que hay que implantar para seguir siendo competitivo.

 

 

 

Es este un esbozo que pretende contribuir a la configuración de un modelo alternativo de educación permanente que tenga como referente un enfoque de la enseñanza crítico e investigativo y, por lo tanto, hay que encuadrarlo en una concepción alternativa de la escuela, del sistema educativo y de la sociedad, marcada por principios democráticos, justos y solidarios.

 

 

 

 

 

* Raúl García Tlapaya ( Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. ) es Director del Instituto Tecnológico Superior de Libres y Candidato a Doctor en Educación Permanente por el Centro Internacional de Prospectiva y Altos Estudios (CIPAE)

 

 

 

 

 

 

 

 

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