Con la aparición de la conciencia en los seres primitivos de la evolución del hombre, nacieron los saberes que le permitieron trabajar y lograr avances sin perder el fruto ancestral de su experiencia. Dijera Pablo Neruda "Cuando crezcas, descubrirás que ya defendiste mentiras, te engañaste a ti mismo o sufriste por tonterías. Si eres un buen guerrero, no te culparás por ello, pero tampoco dejarás que tus errores se repitan." Ya desde entonces nos manejamos por el aprovechamiento de la experimentación y atendemos a todo mientras sea en la búsqueda de nuestro confort y de la paz.
Ya las artes existían y sirvieron para cimentar las civilizaciones y los grandes imperios, incluso a partir del nacimiento de la historia definida por la escritura, vio la humanidad un cúmulo de saberes plasmados y atesorados en una de las majestuosas maravillas del mundo antiguo, la mejor y la más útil seguida por el propio Faro, La Biblioteca de Alejandría. Ahí celosamente el acervo cultural no sólo de Egipto, sino del Mundo hasta entonces conocido, guardó el saber milenario que les había dado su lugar en la cumbre del poder.
Sin embargo esto mismo nos muestra cómo se hace necesaria la prueba del tiempo para dar valor al conocimiento. Son la experiencia y el uso adecuado a los tiempos y al contexto lo que genera el aprecio por saber y dominar las distintas disciplinas.
Hoy, cuando un título de licenciatura universitario no basta en el desarrollo de habilidades, cuando la sociedad exige la prestación de un servicio competente, cuando destacar es una forma de vida; nos resulta impensable que la clave del éxito se encuentre en la originalidad, en ese pensamiento brillante unilateral que emana de la mente creadora, del artista, del voluntario, de la actitud proactiva y de la alimentación inspiradora. Es así como un proyecto estructurado con idea cobra su factura en el ejercicio del dar. Dar información para construir el conocimiento, dar oportunidad al pensamiento crítico, dar paso a la experiencia, dar y brindar bienestar es el motor social. Y cuando esto llega se abre una llamada de atención para compartir un don. Siempre ha existido pero se nos presenta como esencia del concepto de aldea global: LOS SABERES COLECTIVOS, esos saberes adquiridos por los años de experiencia empírica o científica, adquiridos por la herencia cultural generacional, adquirida y adaptada al contexto del hombre de distintas latitudes, y adquiridos también por la necesidad, nos son hoy familiares aún cuando nunca hallamos reparado en ello.
Resulta que mientras los derechos de autor, las patentes, las denominaciones de origen, el patrimonio cultural y natural, así como las licencias públicas, cuentan con el reconocimiento y respeto de los pueblos, el resto del quehacer social, que es incluso más grande y vasto, no figura en la conciencia de las cartas con que se rigen los países. Sí, y con ello sobre viene la injusticia del plagio y del abuso. Cómo defender ahora la imagen religiosa de la Virgen de Guadalupe, el mexcal de Tequila Jalisco, el himno nacional mexicano o incluso el propio taco y los chiles poblanos; sólo así: con conciencia de que nos desarrollamos inmersos en saberes colectivos mundiales y que en ellos va la aceptación del origen regional, como la célula de aquella anhelada aldea global.
Más vale tarde que nunca, por ello felicito la labor del Dr. Abel Pérez Rojas, Director de Sabersinfin.com, en este acto de conciencia civil quien nos tiene vueltos de cabeza para extender la línea recta como si ella lo necesitara. ¡Que haya más conocimiento que compartir en este dar del saber virtual! que hará de la civilización contemporánea una brillante huella para la historia universal.
Sin embargo esto mismo nos muestra cómo se hace necesaria la prueba del tiempo para dar valor al conocimiento. Son la experiencia y el uso adecuado a los tiempos y al contexto lo que genera el aprecio por saber y dominar las distintas disciplinas.
Hoy, cuando un título de licenciatura universitario no basta en el desarrollo de habilidades, cuando la sociedad exige la prestación de un servicio competente, cuando destacar es una forma de vida; nos resulta impensable que la clave del éxito se encuentre en la originalidad, en ese pensamiento brillante unilateral que emana de la mente creadora, del artista, del voluntario, de la actitud proactiva y de la alimentación inspiradora. Es así como un proyecto estructurado con idea cobra su factura en el ejercicio del dar. Dar información para construir el conocimiento, dar oportunidad al pensamiento crítico, dar paso a la experiencia, dar y brindar bienestar es el motor social. Y cuando esto llega se abre una llamada de atención para compartir un don. Siempre ha existido pero se nos presenta como esencia del concepto de aldea global: LOS SABERES COLECTIVOS, esos saberes adquiridos por los años de experiencia empírica o científica, adquiridos por la herencia cultural generacional, adquirida y adaptada al contexto del hombre de distintas latitudes, y adquiridos también por la necesidad, nos son hoy familiares aún cuando nunca hallamos reparado en ello.
Resulta que mientras los derechos de autor, las patentes, las denominaciones de origen, el patrimonio cultural y natural, así como las licencias públicas, cuentan con el reconocimiento y respeto de los pueblos, el resto del quehacer social, que es incluso más grande y vasto, no figura en la conciencia de las cartas con que se rigen los países. Sí, y con ello sobre viene la injusticia del plagio y del abuso. Cómo defender ahora la imagen religiosa de la Virgen de Guadalupe, el mexcal de Tequila Jalisco, el himno nacional mexicano o incluso el propio taco y los chiles poblanos; sólo así: con conciencia de que nos desarrollamos inmersos en saberes colectivos mundiales y que en ellos va la aceptación del origen regional, como la célula de aquella anhelada aldea global.
Más vale tarde que nunca, por ello felicito la labor del Dr. Abel Pérez Rojas, Director de Sabersinfin.com, en este acto de conciencia civil quien nos tiene vueltos de cabeza para extender la línea recta como si ella lo necesitara. ¡Que haya más conocimiento que compartir en este dar del saber virtual! que hará de la civilización contemporánea una brillante huella para la historia universal.
*Carlos Ricaño es arquitecto y Director de la escuela de Desarrollo Urbano del CEUNI en Puebla, actualmente se prepara en línea en el taller literario de tierradepoetas.com para llegar a ser poeta y pensador mexicano.
Más de la obra de Carlos Ricaño:
Facebook Social Comments