29 de mayo de 2017
"Todo el mundo es una Luna, y tiene un lado oscuro que nunca muestra a nadie"
Mark Twain
Desde la más remota antigüedad el observar el cielo ha tenido una función preponderante para el hombre. Gracias a ello encontraron la forma de manejar su agricultura, descubrieron los movimientos de los planetas y fue tal la contemplación que identificaron las constelaciones, relacionándolas con objetos de lo más variado.
Giordano Bruno, a fines del siglo XIV, dijo que “el Sol, era una estrella alrededor de la que giraban otros planetas como la Tierra, y que el Universo contenía un número infinito de mundos habitados”. Galileo Galilei observó la Luna por primera vez a través del telescopio que construyó, descubriendo que no era lisa, que tenía cráteres, a los cuales después de dos siglos les pusieron nombre.Esta observación a la inmensidad del cosmos nos ha ayudado a comprender el papel que jugamos en este mundo, lo que ha hecho reducir nuestro egocentrismo, ya que “el ojo solo puede ver seis mil estrellas (y existen, solo en la Vía Láctea, cerca de cuatrocientos mil millones)” reflejando con esto la pequeñez e insignificancia de nuestra vida frente a la inmensidad del Universo.
Uno de los fenómenos que siempre ha sido visto con temor y mal augurio es el eclipse, es decir, el oscurecimiento de un cuerpo celeste por otro. En el caso de la Tierra, la Luna y el Sol se tienen dos modalidades: eclipse de Sol, que consiste en el oscurecimiento del Sol visto desde la Tierra, debido a la sombra que la Luna proyecta; y eclipse de Luna, que es el oscurecimiento de la Luna vista desde la Tierra, debido que ésta se sitúa en la zona de sombra que proyecta la Tierra. Existe la creencia de que los eclipses afectan a las mujeres embarazadas y por eso al nacer tiene padecimientos como paladar hendido o labio leporino, versiones que jamás han sido comprobadas científicamente.
La predicción de un eclipse solar no es fácil. Es necesario calcular no solamente cuándo va a suceder, sino también los días en que será visible. En un eclipse lunar, el evento es visible en todo el lado de la Tierra que está en la noche, y la totalidad a menudo dura más de una hora. Sin embargo, en un eclipse solar, la sombra de la Luna cae sobre la Tierra en una trayectoria relativamente estrecha, y la duración máxima de la totalidad en cualquier lugar es de sólo 7 minutos y medio. A lo largo de un año no pueden ocurrir menos de dos eclipses, que serán obligatoriamente de Sol, ni más de 7: 5 de Sol y 2 de Luna, 4 de Sol y 3 de Luna, 2 de Sol y 5 de Luna.
Dado que la mayoría de los pueblos antiguos veían en el Sol la representación del poder celeste de un Dios, así como la fuente de vida, por lo tanto, la súbita desaparición en un eclipse solar, inducía al terror más absoluto entre la gente que lo veía como una señal de desgracia, del advenimiento del caos o del triunfo de algún ser o divinidad malvada.
Pero no todo es malo con los eclipses, ya que lo que pasaba en el firmamento cambiaba el rumbo de la historia en la Tierra. La historia nos narra que un día como hoy, 28 de mayo, del año 585 a. C. se produce un eclipse solar, el cual fue previsto por Tales de Mileto (astrónomo, matemático, ingeniero y hombre de estado, uno de los grandes pensadores griegos, fue el que descubre la causa de los eclipses) y mientras se está librando la “batalla del eclipse” desencadenada entre Lidios y Medos, los cielos se oscurecieron, los soldados de ambos bandos dejaron sus armas, llevados por el miedo a lo ocurrido, que consideraron una señal divina que anunciaba desastres y desgracias si no detenían la guerra, por lo que se llega a una tregua, la cual desembocó en un tratado de paz permanente. Gracias a este fenómeno, el eclipse, una guerra que había durado 6 años finalizó.
Paradójicamente si la visión de Tales, de que el eclipse no era más que un fenómeno astronómico predecible y no una señal de los Dioses, se hubiera impuesto, la guerra hubiera continuado, dejando un rastro de muerte y destrucción que quizás habría devorado a la propia Grecia, cuna del saber.
El eclipse solar del 28 de mayo no fue el primero registrado. Las tablillas de arcilla de Babilonia registraron un fenómeno similar en Ugarit en 1375 a. C. Mientras que observaciones posteriores identificaron eclipses solares totales que "convertían el día en noche" en 1063 y 763 a. C. Pero lo importante del eclipse del año 585 a. C. es que fue el primero que se sabe que se predijo.
Por lo anterior, amable lector, el mirar al cielo nos ayuda a cambiar la perspectiva de las cosas y, de alguna manera, ser más felices.
Jorge Rodríguez y Morgado (Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.) es catedrático universitario, conduce:ConoSERbien en Sabersinfin.com
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