18/septiembre/2011
Los ovarios y los testículos, son las glándulas sexuales femeninas y masculinas respectivamente, que a través de sus secreciones, de progesterona, andrógenos y estrógenos, no solamente tienen la función de impulsar al hombre a que se reproduzca para perpetuar de esta manera la especie. También sirven para modular e intensificar todas las funciones, incluyendo las actividades mentales y espirituales. Los ovarios producen las células germinales llamadas gametos(del griego γαμέτης'novio') con información genética femenina (X), que cuando se unen a los gametos producidos por el testículo son la fuente de la vida en todas las especies que se reproducen de forma sexual. Al mismo tiempo secretan en la sangre las hormonas, estradiol y progesterona, que programan e inducen las características femeninas a los tejidos, los humores y la conciencia.
Por otra parte el testículo además de producir gametos con información genética femenina (X) o masculina (Y), que al unirse con el gameto femenino X, pueden gestar mujeres (XX) o varones (XY), produce andrógenos, especialmente testosterona, la cual es la responsable de la diferenciación masculina de todas las funciones incluyendo las del cerebro y de la mente. De esta hormona dependen las características esenciales de la masculinidad: la audacia, la decisión y alta tolerancia a la frustración entre otras. Por consiguiente, las diferencias entre hombres y mujeres no son causadas por la educación o la presencia del útero, sino que son determinadas por la acción de las hormonas secretadas por el testículo.
La ignorancia de estos procesos fundamentales de diferenciación entre hombres y mujeres, ha llevado a las defensoras del feminismo a proponer que ambos sexos deberían tener la misma educación, las mismas responsabilidades y los mismos roles sociales y sexuales. Así pues el hombre difiere radicalmente de la mujer. Cada célula de su cuerpo lleva la marca de su sexo, lo mismo ocurre en sus órganos y en su sistema nervioso. Todos estos procesos constituyen leyes fisiológicas que como las leyes cósmicas no pueden ser substituidas por los deseos humanos. Esto nos obliga a aceptar las diferencias como son y si así lo entendemos y aceptamos, las mujeres deberían además de cumplir sus aspiraciones personales, desarrollar sus actitudes y aptitudes de acuerdo a su naturaleza, es decir ser cuidadoras, protectoras, cariñosas y educadoras de los hijos lo cual tiene un papel fundamental en el progreso de la civilización.
Con respecto a la función que tienen las glándulas en el proceso reproductivo de la especie, no es igual la importancia de los dos sexos. Los testículos tienen la capacidad de producir gametos y hormonas durante todo el curso de la vida, los espermatozoides se producen por millones, en cada eyaculación se liberan entre 40 y 80 millones por ml, tienen la capacidad de movimiento, lo que les permite nadar en la mucosa de la vagina, el útero y las tubas uterinas hasta encontrar el óvulo y penetrarlo, iniciando con esto el milagro de la vida.
El óvulo, en cambio, es producto de una lenta maduración de las células germinales del ovario, se sabe que hasta antes del nacimiento una niña tiene unos 5 millones de ovogonias, al llegar a la madurez sexual se reducen a medio millón, de las cuales solo llegan a su fase final de maduración unas 500.
Tanto el testículo como el ovario participan en la formación del núcleo del óvulo fertilizado, denominado cigoto o huevo que da origen a todas las células del nuevo organismo, pero el ovario proporciona, además de la mitad de la información genética el protoplasma que rodea al núcleo, de esta manera es que el ovario juega un papel más importante en la génesis del embrión. Es bien conocido que las características genéticas de los padres se transmiten a la descendencia por el material nuclear, pero el citoplasma tiene mucha influencia, por mencionar una de las más importantes, es quien determina las características metabólicas del nuevo ser a través de la mitocondria que es aporte sólo de la madre, esto quiere decir que las enfermedades metabólicas y degenerativas como son: diabetes, dislipidemias, hipertensión, obesidad, Parkinson, Alzheimer y otras, son alteraciones heredadas del ovario y por si fuera poco también del ovario es heredada la alteración del locus q28 del cromosoma X del cual depende el rol sexual. Este locus participa en la feminización, y cuando no se lleva a cabo el proceso de desfeminización en el hombrese instala el programa del rol sexual no correspondiente a su sexo, es decir el macho se comporta como hembra. Por otra parte, cuando el ovario produce mayor cantidad de andrógenos, el cromosoma X se masculiniza y en la mujer se instala el programa del rol sexual masculino, es importante mencionar que los programas de feminidad y masculinidad se instalan en el cerebro, principalmente en la zona cerebro-hipotalámica anterior.
El papel del testículo en la reproducción es muy corta prácticamente se reduce al momento del cortejo, de la penetración y la eyaculación mientras que la participación del ovario en este proceso es de nueve meses, durante los cuales la mujer nutre con sus fluidos al feto, y durante este periodo el feto a su vez influye sobre los diferentes sistemas de la madre, especialmente sobre el sistema nervioso y las funciones mentales. Por lo anterior, a pesar de que no está completamente estudiado este proceso, se dice que la mujer alcanza su madurez total hasta después del segundo embarazo y parto.
Por todo lo antes mencionado podemos concluir que las funciones de las gónadas masculinas y femeninas son determinantes para la estructuración de los diferentes programas corporales, mentales y espirituales que rigen la vida de los seres vivos incluyendo la vida de los seres humanos.
*Enrique Canchola Martínez es Médico Endocrinólogo. Profesor e Investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa y Profesor de Anatomía Humana de la Facultad de Medicina de la UNAM. Su área de interés son los mecanismos de acción de las hormonas en el cerebro.
Bibliografía
Villee C A. Biología General. Editorial: Mcgraw-Hill 1996
Jean Piaget. Psicología de la inteligencia. Ed. Crítica. España 1984
Richard S. Snell, NeuroanatomíaClínica. Editorial Medica Panamericana .México.