23 de marzo de 2023
i
A Matilde Bianchi
Te contemplo Matilde con mi cráneo repleto de versos
y el corazón popular de este suelo que pisas
aunque te vuelvas a ir, aunque siempre te vayas.
Un momento en la tierra no tiene residencia fija.
Acaso finjan los cuerpos una dimensión original
pero tu espacio de violetas y perdón
deja estos astros cotidianos, asibles, sin olvido.
Los dioses se equivocan y los verdugos.
Los tornasoles y esta espuma
a cada golpe se rehacen y retoman su cinta.
Ellos cavan una fosa en la memoria de los puentes,
en la conciencia de la boca;
pero nosotros, seres con vida de pinos y médanos,
con vida de amores y muertos, con veredas y alcancías,
cada lunes, en cada mano
lloramos, gritamos.
La vida te contiene en sus racimos
ahora cuando la calma y sus penumbras
batallan los pechos.
Montevideo espera tu nombre en cada sol.
Yo no sé ya si vuelvo exactamente, si estoy aquí, si es verdad
que llueve cuando escribes tu casa y tus semillas.
Por lo pronto, en el momento de los límites,
hay razones de amor aguardando
y está tu voz que enamora el paso de fatiga
y hace fuego la cruz.
de Los rostros y la cara