5 de febrero de 2023
Te vi andrógina y exaltante
engendrando tiernas promesas
en el corazón del hombre
vi tu cuerpo en el río
y la flor en tu boca
sonriendo a los espacios
que nos son negados
ermitaña y emperatriz
al mismo tiempo
congregándote a los dioses
frente a un altar de ramas y piedras
te vi caminar desnuda
enterrando la lengua
en el medio del monte
después, ya no te vi más
el río cambió su curso
y las manos del monte
tocaron la miseria
***
Biografía de la carne
Cardúmenes en mi vientre/ la soga al cuello
data de mis quince años
los hombres vienen y me cuentan sus miedos
soy la madre, la amante, la que nadie nombra
señor, aquí tu sierva la huérfana de los huertos
temblor del silencio
muecas de los insensatos
apacible me nombras con dulzura sagrada
a ti mis ofrendas
a la enfermedad de mi sombra
a los infaltables versos que te dediqué
como alabanzas en orillas desiertas
a ti
que reinas a la intemperie con tu traje de plumas
a ti
que no tienes nombre ni sexo
que desprendes exotismo como fuego
vas dejando laureles en las puertas
mientras observo tu nuca desnuda
y pienso en tu geometría
rodeada por cúpulas y fetos
otra vez volver a esto
biografía de la carne
***
Segundo círculo
Brota silenciosa la espina
dosis de melodías encadenadas a la sal de mis ojos
espirales de niebla
precipitándose a la hora del remordimiento
sahumerios y medusas
la cuna de los dioses
en alguna parte del reino reclama el alimento
la oración hecha espuma
sueño de almizcle y cabellos negros
se desvanece en un gemido
colérica lengua de esfinge
tiembla sobre la cumbre
los bellos rostros sostienen testamentos
es el final de la noche, la herejía
los cuchillos que enterré en mi jardín
oxidándose al igual que la palabra padre
sudores nocturnos adelantan el sacrificio
detrás de los vitrales el mar es negro
y nadie entiende por qué
no hay una respuesta para eso
ahora sin máscara da paso a la sentencia
oráculo sumergido como torres antiguas
Minos sostiene la última palabra
hallarás tu voz en las estaciones
teñidas raíces por el vino dulce
turbulenta maniobra de las bestias
roer las horas hasta que intacta la piel quede
sin alaridos que llamen a sus manos
y sin temblores que revelen mi oficio