Místico erotismo.
…Y después de tanto caminar la vida sólo pretendo descansar
Entre el matorral y la opulencia de tu sexo que traspira gotas cristalinas
De un efluvio incandescente en que busco esfoliarme
De toda culpa con el pasional amor de tus ungüentos:
El tiempo transcurre ya evidente en el bosque pleno de tu sexo,
Pero la experiencia de tus manos y tu voz hacen alarde de tus canas,
Mientras tus palabras reverberan en eco sagrado mis jadeos,
Cual mantras, que gravitan en su propia transpiración.
¡Bésame con la fragancia y el bálsamo que de tu piel emana
En la alcoba de tus labios y permite que me regocije entre los nacarados
Sarcillos que penden de tu tez morena!
¡Déjame cuidar la fuente donde fluye el celestial maná de cada viña!
¡Déjame reposar la siesta entre tus huellas
Para correr tras la embriaguez de tus pasiones
Hasta cansar mi corazón que, agitado, intenta ya salirse de mí pecho,
Para nadar en tus efluvios y así danzar al ritmo de tus feromonas!
Mi cuerpo ya se arropa de memorias impregnadas del aroma
De un aparente pecado que arrastra la locura del recuerdo!
¡Déjame juguetear desenfrenado entre el elixir de tus vides,
Para así embriagarme entre los sutiles laberintos de un capullo!
El tiempo se hace eterno en el instante en que cohabitas mis denuedos
Y me cobijo entre los pliegues de tu sexo…y al final nada tan destellante
Como el perfume viril de tu ansiedad que arropa la soledad
En que mi esencia habita y sólo después de esos húmedos encuentros
Hallo real sentido a la cotidianidad de esa otredad que me atosiga.
¡Deja que me arrastre en tu vaivén para que la alquimia de una pasión
Transmute las sabanas en el edén de un húmedo mar que me atosiga!
¡Déjame comprobar entre tus manos que, sin duda alguna,
La corporeidad misma es, también otro bendito camino,
Para alcanzar el místico estado donde el yo se deshidrata
Para sólo ser en tus caricias haciendo de mí una gota que, con tu calor
Se funde en la unidad total de un mismo océano,
Para recorrer el espíritu divino entre tus poros y dejar de ser
Al fundirme contigo más allá de la expresión del tiempo
Y donde dos cuerpos ocupan un mismo espacio en que los deseos
Se materializan entre osculantes caricias, suspiros y jadeos;
¡Mantra evidente del erotismo sutil que busca deshacerse de sí mismo
Para sólo ser una caricia más en la sinfónica cercanía del otro!
Entre tus caricias y embelesos me siento un loto en el nirvana
Donde la humedad se oxida con el tiempo al caminar a obscuras
Por la ruta de tu piel y donde enredarme entre el césped de tus genitales
Es, también, analogía profunda de una oración que abre compuertas
A la comprensión inédita de la realidad última del mismo Ser.
Sin duda el sexo es una meditación y puerta hacia el retorno eterno:
Recuerdo inevitable del instante en que la Palingenesis misma
Se expresa con un llanto al saber inevitable la finitud de su materia
Reconociendo que el éxtasis también termina.
Juan Carlos Martínez
(El monje hereje)