14 de enero de 2021
Solitario lobo de mar
Fue aquel marinero explorador de puertos
que soltaba velas y atravesaba vientos.
Alguna vez pretendió conquistar un terreno,
echar raíces pese al ansia de vuelo,
mas carente de ancla, soltó velas de nuevo.
Viajero solitario en medio tormentas
entre risas y cuentos cruzó mares de hielo,
construyó castillos y tendió tantos puentes
que los mares amigos buscaron su encuentro.
En su último viaje al puerto sin regreso,
sin mano amiga, sin oración ni consuelo
soltó las amarras y abandonó los remos.
Con cantos de sirenas percibió el silencio
y con alma ya quieta abrazó los misterios.
Ecos de recuerdos
De espaldas frente al espejo,
fuerte como mármol de Carrara,
pese al mapa formado en su cuerpo,
con sus sombras, luces y reflejos.
Le vi sentarse: hombros caídos
cabeza baja contra el cuello.
Un marco de cuadro, sin vitela.
Era su pecho. Vacío, nada,
un profundo y oscuro hueco.
Debajo, trozos de existencia.
Letras de su innombrado nombre,
silencioso eco de recuerdos,
extrañezas e impermanencias.
Eso quedó del roble señero.
Eso del viento fuerte. Sólo un eco.
Eso, de aquel eterno encierro:
fuente seca, un libro cerrado,
letras desgastadas sin lectores,
cuarteada estatua de museo.