CAMBIO O REFERÉNDUM A MICALCO
Raymundo García García*
Después de los resultados electorales del 5 de julio con u 16 – 0 del PRI sobre el PAN, fue desatada por el PRI-gobierno a través de su control mediático y de los panistas no afines a la dirección de Rafael Micalco, la estrategia de presionar la salida inmediata del presidente del CDE del PAN.
Como los presionadores eran de dos fuentes, los resultados tenían dos objetivos: para el PRI-gobierno estatal, la salida representaría la coronación del triunfo electoral zapato, introduciendo un crisis interna en el PAN; para los panistas no afines al presidente albiazul, su salida simplemente se convertiría la oportunidad para hacerse de mejores espacios en la estructura organizacional del CDE, en la que siempre han tenido alguna posición. Curiosamente el panismo que encabezó el reclamo de renuncia de Micalco Méndez, es el mismo que en las elecciones federales intermedias de 1997 tuvo también una elección de derrota total con un 15 – 0 en contra, y en ese momento el panismo del interior del Estado se movilizó reclamando la salida de la dirigencia estatal y simplemente con cordura se impuso el fortalecimiento de la institucionalidad, apoyo a la entonces presidenta traduciéndose esto en la continuidad del progresivo avance electoral en la conquista de mayores espacios de poder municipal y local.
Curiosamente los panistas que hoy día ponen en el centro de la justificación la no reelección –a la que Micalco, si lo decide, tiene legítimo derecho y sería importante porque la misma se traduciría en un referéndum-, no hacen mediciones objetivas de los procesos electorales del 2007 y 2009. del primero se debe comparar con una elección intermedia en la cual el municipio de Puebla se convierte en el centro principal de atención al otorgar no sólo el gobierno municipal, sino que posibilita el triunfo de seis o cinco diputados como sucedió en 2001.No se toma en cuenta y se deja de lado el número de alcaldía ganadas y la masa de votación estatal de 550 mil votos. Cuando los panistas que hoy reclaman la derrota de la capital poblana, fuero los responsables directos del proceso electoral en la lucha por el ayuntamiento y de por lo menos cuatro candidaturas a diputados. Para el caso de los resultados de 2009, la masa de votos obtenidos a pesar de todas las adversidades para el PAN como gobierno federal se mantuvo, basta compararlos con los de la anterior elección federal intermedia de 2003; además agregar que al no gobernar ninguna cabecera distrital federal y no gobernar el ayuntamiento de la capital, el 16 -0 fue u resultado anunciado desde noviembre de 2007 por el PRI, que sabía los efectos de la elección local.
La responsabilidad de resultados en toda elección es una secuencia multifactorial de acontecimientos accidentados de momento a momento, la responsabilidad partidistas descansa en la unidad o la división, en la participación o en la inmovilidad, en decisiones atinadas o desatinadas de dirigentes, funcionarios partidistas, miembros activos y miembros adherentes, para atraer o desalentar la participación, primero de simpatizantes que se identifican ideológicamente y después de la ciudadanía que se sumará si ve posibilidades de triunfo o de apuntalar una fuerte oposición, pero o puede ser responsabilidad de un presidente, que valga la redundancia –solo preside- las decisiones colectivas de un Comité o de un Consejo. De ahí que los resultados electorales de 207 y 2009 no puede ser el mejor argumento racional –de costo/beneficio político- para oponerse a una reelección del presidente estatal del PAN.
Las acusaciones de que Rafael Micalco en su calidad de presidente estatal albiazul, sirve a los intereses de un grupo de panista que impulsan a un aspirante u a otro de los que se encaminan a inscribirse como precandidatos a la gubernatura por el PAN, tampoco puede ser válida, si se analizan los proceso de elección de CDM, e donde se evidencia el equilibrio de fuerzas y no la hegemonía que otros partidos mantienes en sus estructuras municipales. Por ello, la decisión del CEN panista de no proponer una prórroga y lanzar convocatoria para que el Consejo Estatal nombre el 10 de octubre CDE, de inscribirse Micalco, significaría valorar de forma más objetiva la nueva composición del Consejo y por ende el peso de los viejos y nuevos liderazgos; amén de que el proceso de reelección significaría un referéndum, unidad y fuerza partidista.
*Raymundo García García es mexicano, catedrático, investigador y doctor en Ciencia Política.
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