Ceguera y orgullo (Artículo)
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03 de junio de 2023

El mundo iluminado

La educación de un pueblo dependerá del objetivo que persigan quienes administran la educación del pueblo. Si los administradores de la educación tienen un objetivo ético, su modelo educativo estará enfocado en acercar hacia la virtud la moral del pueblo, por lo que será intolerante a cualquier falta legal. Si los intereses del poder son principalmente espirituales (no confundamos los intereses espirituales con los intereses religiosos), el pueblo posiblemente será rico en lo espiritual, pero pobre en lo material. En cambio, si los objetivos que persiguen los administradores de la educación son más bien materiales, es factible que pensemos que esa sociedad será abundante en recursos materiales, pero espiritualmente miserable. De lo anterior, podemos hacer algunas conjeturas ligadas al consumismo que hoy, a nivel mundial, vivimos.

¿Conocer y saber para qué? ¿Para alcanzar la paz interior, para hacer dinero, para tener poder, para conquistar el autocontrol? El conocimiento y el saber garantizan sólo un tipo de riqueza: la material o la espiritual, pues no es posible hacerse con las dos. Hay cosas que se pueden conocer y saber, y cosas que no se pueden conocer ni saber, y no porque sea imposible, sino porque su acceso está restringido. Los administradores de la educación le dan al pueblo sólo un tipo de conocimiento, el cual generalmente está ligado a ideas como: la producción, el empleo y la subordinación, mientras que todo conocimiento emparentado con la administración de la riqueza y la realización del gobierno está restringido; esto explica el aumento de la pobreza.

Los modelos educativos impartidos por los gobiernos de todo el mundo tienen un enfoque productivista. A las personas, más que enseñarles a pensar y a cuestionar, se les enseña a aceptar y a obedecer. Los modelos educativos oficiales favorecen la generación de mano de obra calificada y sobrecalificada (que sería el caso de quienes alcanzan estudios de posgrado manteniendo una actitud servil) pero además despiertan en las personas una obsesión por acumular mercancías de todo tipo, generando con ello sentimientos de rivalidad, de enojo, de frustración y de egoísmo. Los modelos educativos de hoy tienen por objetivo adoctrinar, generar obreros, multiplicar la pobreza y despertar un ansia por comprarlo todo, pues hoy incluso la dignidad está a la venta y así es como los ricos se hacen más ricos, y los pobres, más pobres.

Los modelos educativos cambian con las épocas y con las necesidades sociales, pero estos cambios mantienen un hilo conductor: la administración y control del conocimiento. Sin embargo, y a pesar de que los modelos educativos buscan mantener subyugadas a las clases sociales más pobres, al ser el conocimiento un territorio de múltiples posibilidades ofrece, a quienes se acerquen a él, la posibilidad de vislumbrar su liberación. Los modelos educativos oficiales son restrictivos, pero irónicamente el escaso conocimiento que filtran entre los individuos puede utilizarse para hacer uso del derecho más elevado y antiguo del que se tenga noticia: el derecho a la rebelión.

Rebelarse es mucho más que inconformarse. Toda rebelión es un llamado siempre a la acción. La rebelión comienza con la insatisfacción, avanza hacia la duda y detona en la manifestación de los ideales individuales. Rebelarse es decir “no” a la administración malévola del conocimiento y negarse a cumplir con el objetivo productivista de la sociedad contemporánea. La duda exige, además, la necesidad de replantear el objetivo del conocimiento y si éste no será ya el de la producción material, ¿hacia dónde podría enfocarse? En el siglo XVIII, un casi desconocido intelectual llamado Saint Baque de Bufor, habló así en su obra Concordancia mito-físico-cabalo-hermética:

«Los tres medios sublimes de la inteligencia son: conocer a Dios, a la Naturaleza y conocerse a sí mismo. Los grandes filósofos creyeron que debían sembrar zarzas y espinas sobre sus huellas, para disimularlas a los ojos de aquellos que no estuvieran guiados por un profundo estudio de los grandes principios. El pueblo es ciego y poco instruido, por otro lado, los eruditos son orgullosos, de tal suerte que vivimos entre una multitud de opiniones contrarias. Los procedimientos de la Naturaleza siempre son simples, uniformes, constantes e invariables, y quien ignora estos procedimientos no llegará nunca al fin que se propone. Con un genio penetrante, un espíritu firme y paciente, un ardiente anhelo de la Filosofía, un corazón puro, costumbres íntegras y un sincero amor a lo sagrado y al prójimo, todo hombre, por muy ignorante que sea, puede llegar a ser Filósofo, imitador de la Naturaleza.»

Lo anterior, es un resumen del modelo educativo de Bufor, el cual dista mucho de los modelos educativos oficiales, pues su objetivo no es productivista, sino filosófico. Bufor postula que el objetivo del conocimiento es conocer a Dios (libre de toda religión), conocer a la Naturaleza (perfecta en sí misma) y conocerse a uno mismo (punto en donde lo espiritual y lo material se conjuntan). Pero este conocimiento, además, debe de acompañarse por un corazón puro y por un amor al prójimo, por lo que aquí no cabe ninguna actitud egoísta y competitiva como las que pululan hoy en día y que son fomentadas por los modelos educativos oficiales.

Cierto es que la educación del pueblo depende de quien la administra, pero la educación individual depende de cada quien. La educación oficial es una jaula que irónicamente guarda la llave de su liberación al interior de la misma. ¿Nos sentimos inconformes con el estado de miseria extendido por el mundo? Entonces elijamos con franqueza el tipo de riqueza que deseamos tener: material o espiritual; si optamos por la primera, deberemos aceptar que pasaremos el resto de los días engullendo veneno, pero si nos decidimos por la segunda, deberemos de abandonar la idea de que somos víctimas de la desgracia, al mismo tiempo que renunciamos a los males que distinguen al pueblo y a los eruditos: la ceguera y el orgullo.

Miguel Ángel Martínez Barradas, académicamente tiene estudios de posgrado en literatura. Profesionalmente se ha dedicado al periodismo, a la edición de textos y a la docencia. Como creador tiene publicaciones en poesía y fotografía. En cuanto a sus intereses investigativos, éstos se centran en la literatura y filosofía grecolatinas; el Siglo de Oro español; el hermetismo; y la poesía hispanoamericana.