20 de junio de 2022
ConoSER Bien
Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad; el mundo solo tendrá una generación de idiotas.
Albert Einstein
Le cuento, amable lector, que hace algunos días deje el celular en casa y ha sido una de las experiencias que me ha provocado más angustia durante algunas horas, no podía estar tranquilo ya que pensaba que iba a recibir una llamada importante o me enviarían un mensaje en el cual me indicaban que requerían de mi presencia de forma urgente, me imaginaba que algo trascendente iba a ocurrir por lo que me sentía totalmente alejado de mi vida cotidiana.
No podía dar crédito a lo apegado que he estado al celular lo único que deseaba era llegar a casa para revisar todos los mensaje y llamadas “relevantes” que seguramente me habían llegado.
Me di cuenta de que nos hemos hecho tan adictos al teléfono celular que, si lo olvidamos o se daña, simplemente al no contar con él, parecería que nos hace falta una parte del cuerpo. Nos levantamos con la alarma de su despertador, escuchamos la radio, leemos las noticias en las redes sociales, escuchamos música de camino a clase o en el trabajo y en el descanso lo volvemos a usar para hablar o comunicarnos mediante mensajes con alguien.
Vemos que la mayoría de las personas comen con el celular, duerme con él, van al baño con él, se puede apreciar que, en cualquier reunión, sea familiar o de trabajo, el teléfono es el principal protagonista, ya que es a él al que se le pone mayor atención.
Según el informe elaborado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), agencia de la ONU especializada en tecnología de la información y la comunicación, en colaboración con la Universidad de las Naciones Unidas (UNU) y la Asociación Internacional de Residuos Sólidos (ISWA, por sus siglas en inglés), indica que con una población mundial de 7,400 millones de personas, el mundo tiene actualmente 7,700 millones de suscripciones a teléfonos móviles, es decir, hay más aparatos de este tipo que habitantes¹.
Otros datos sorprendentes son que más de ocho de cada 10 personas tienen cobertura móvil en el mundo, casi la mitad de la población mundial (3,600 millones de personas) usa Internet y tiene ordenador con conexión en casa y la media de vida de un teléfono celular en Estados Unidos, China y Europa no pasa del año y medio o dos años.
El móvil se ha convertido en un aparato indispensable en nuestras vidas, llevamos ahí nuestra agenda, acceso al correo electrónico, a la actualidad mundial y a la fuente de información infinita que es Internet. El 61% de los usuarios mira su móvil en los primeros 5 minutos tras despertarse y el 72% de los usuarios lo miran al menos una vez por hora, siendo más del 50% los que lo comprueban varias veces a la hora. Sin embargo, el estar conectados constantemente puede predisponer a situaciones de dependencia y adicción².
Al estar buscando datos sobre el uso y abuso del celular me entero de la existencia de la palabra nomofobia, término, que es un acrónimo de la expresión inglesa "no-mobile-phone phobia", acuñado durante un estudio realizado por la oficina de correos británica Royal Mail y encargado al instituto demoscópico YouGov para estimar la ansiedad que sufren los usuarios de teléfonos móviles.
La nomofobia consiste en el miedo irracional a no tener el móvil o a estar incomunicado a Internet. Ha ido en aumento en los últimos años debido a la mayor facilidad de adquisición de smartphone y al auge de las redes sociales³.
Debemos estar preparados para estas nuevas enfermedades, por lo que es importante detectar a tiempo estas adicciones lo que puede hacernos avanzar en el mejor control de nuestro actuar. Además, hay que tener en cuenta que pueden existir enfermedades secundarias a esta adicción como la ansiedad, cervicalgias, insomnio, depresión y otras más, por lo que hay que saber si contamos con esa adicción y en caso de ser así, buscar la ayuda profesional para que no siga avanzando.
Dejar el teléfono móvil por unas horas al día o por un día completo nos hace tomar conciencia del tiempo que le hemos dedicamos y lo apegado que estamos con él y así poder detectar si hemos llegado a adquirir la nomofobia, para estar a tiempo de atacar dicha adicción.
Por lo que le pregunto, amable lector, ¿Se atreverías a pasar un día sin el teléfono móvil?