7 de noviembre de 2016
Hemos visto una campaña inédita en los Estados Unidos; las descalificaciones entre los candidatos fueron las más agresivas en mucho tiempo. La punta del iceberg la conforman las acusaciones de los abusos a mujeres por parte de Donald Trump y los 30 mil correos que el FBI encontró en la computadora una ex colaboradora de Hillary Clinton, porque ella los dejó ahí, siendo que se trataba de temas exclusivos del gobierno federal.
Cualquiera de los dos candidatos que se corone como ganador, le dará un golpe brutal a la geopolítica, pues cada uno de los contendientes recoge la peor parte de casta política de los Estados Unidos. Ojalá hubiéramos visto a Sanders imponerse, pero no le dio tiempo dei remontar debido a que Hillary, su opositora demócrata, opacó alevosamente su imagen ante los medios masivos que la mafia a quien ella representa, controla desde hace tiempo.
Sí, como lo leen. Hillary Clinton es la favorita de los más obscuros intereses mundiales: las cofradías, como les llamé en mi novela. Para que se enteren quienes no lo saben, los Estados Unidos no controlan a la Reserva Federal de su país, es controlado por agentes civiles y en la conformación de su mesa directiva, se encuentran los propietarios de bancos privados.
“Políticos como el excongresista republicano Ron Paul aseguran que la Reserva Federal tiene demasiado poder y que éste debe ser controlado”1 . Así, los propietarios de bancos y grandes trasnacionales tienen en sus manos el poder de presionar a los gobernantes para establecer las tasas de interés o definir el rumbo de las políticas públicas o aprobar leyes a conveniencia. Esto es real, no ficción.
A lo largo de la historia de los Estados Unidos, el dinero ha sido causa de guerras, invasiones, intromisiones en la política de otros países; su principal objetivo es la expansión y dominio del imperio sobre las demás naciones del orbe. Nombrar a Hillary en lugar de Sanders era el primer paso, pues la propuesta de Bernie distaba mucho de satisfacer a los magnates oligárquicos de la élite mundial. Él apostaba por una administración contraria al intervencionismo y empático con las necesidades sociales al estilo del Liberalismo de antaño.
El segundo paso es Donald Trump, quien por su “blof”, logró opacar a todos los demás candidatos republicanos. Los medios masivos crearon en las precampañas a un personaje atractivo, divertido, a quien podían parodiar fácilmente y aprovecharon el rating que sus extravagancias generaban.
Eliminar a Trump fue, durante la segunda parte de la campaña, el objetivo. Sólo que el tipo resultó astuto y está a punto de poner en jaque al mismísimo sistema electoral, hasta ahora “incuestionable”; respetado por todos los contendientes hasta que llegó Donald Trump.
Viene el momento decisivo, pues nadie se esperaba que la carrera final estuviera tan cerrada. Hasta el FBI ha sido protagónico al fingir un teatro más para orillar a los demócratas a votar: reabrir el caso de los correos de Hillary y cerrándolo definitivamente apenas dos días antes de las elecciones. ¿Por qué? Porque temen que gane Trump, y de ese modo proporcionan la línea temática a los medios para hablar de Hillary, de las justificaciones que tuvo para tratar en su correo privado los asuntos públicos, la “saña” contra ella, la víctima del FBI.
Nada ocurre por casualidad cuando está en juego el dinero de los más poderosos. Se entiende que Donald Trump es peligroso para los magnates de los grandes capitales de EUA y del mundo, porque él tiene una política antisistémica, no por ello sana, ni más conveniente o de carácter social como la de Bernie Sanders, pero sí un cazador de “brujas”, un tipo nacionalista, racista, con muros en las fronteras, que coartará la libertad tantas veces pregonada por el país de las barras y las estrellas.
Hillary no es una monedita de oro. Ella tiene las mismas costumbres sistémicas de mentir, manipular, invadir y pilotar la nave del barco hacia la consecución de los objetivos de las grandes corporaciones. Así que, gane quien gane, el mundo pierde, incluidos los habitantes de los EUA.
¿Con quién perdería menos?
Yo opino que el mundo perdería menos con Donald Trump; sólo que con él la vida del futuro se vuelve impredecible en lo particular, pues el tipo tiene un carácter explosivo. Con ella, no veríamos tampoco más de lo mismo. Se avecina un tiempo en el que la economía mundial colapsará (Lea este otro artículo mío) y desde luego que ellos, los estadounidenses, estarán en el ojo del huracán. Ella meterá las manos al fuego por defender los intereses de las grandes corporaciones y capitales. Él, perdería los estribos y arrebataría por salvar a sus “gringitos”, con incalculables consecuencias; quizá menos dramáticas.
No lo defiendo a ultranza, lo aclaro. Preferiría a Sanders. Es en este tipo de circunstancias que las reglas deberían tener excepciones, como cuando nos peleamos con un empleado porque él sólo sabe responder a un reglamento interno de una empresa que no ha empoderado a sus “primeras líneas” de atención a los clientes. Deberían, aunque ganen, pasar pruebas, como lo propone el Dr. Abel en su interesante artículo. Si no las pasan, tendríamos la posibilidad de realizar una nueva contienda, hasta encontrar a la persona óptima para un cargo tan importante.
Con estos dos, estamos al borde del precipicio a nivel mundial.
1 Jack, Simon. BBC. “La sorprendente historia de la Reserva Federal de EE.UU.”. Tomado de: http://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/12/131217_finde_reserva_federal_centenario_am el 7 de noviembre de 2016.
Imagen: laprensa.hn
Joe Barcala (@JoeBarcala) es novelista y activista veracruzano y poblano, autor de diversos éxitos editoriales.