31 de agosto de 2016
Imagina que tienes un empleado a quien le llamas constantemente la atención por sus recurrentes problemas. Está frenando la productividad de tu empresa y ocasiona desfalcos, desapariciones de otros empleados, se sale a pasear a otras empresas colgándose las medallas de tus éxitos. ¿Lo correrías? Entonces viene a tu oficina a entregarte un informe lleno de auto alabanzas, diciendo que él es perfecto, presume cómo resuelve los problemas y te das cuenta que es un engaño vil.
Han pasado 4 años diciéndote lo mismo, que sus reformas son maravillosas, que han bajado los homicidios, que sus cuentas van “viento en popa”. Sabes que es mentira cuando miras a tu alrededor, leyendo periódicos, vídeos de análisis, enterándote de la realidad y observando cómo, con un cinismo desmedido, haciendo gastos exorbitantes en el diseño de su imagen y descuidando el presupuesto que se va a programas sociales donde se ha desfalcado a la nación… No le vas a creer de nuevo ¿o sí?
Ya no queremos informes maquillados, supuestamente “cercanos” con grupos controlados, pregrabados para evitar sorpresas, presumiendo nimiedades, números que importan poco en comparación con el desastre nacional de un inepto que ni lee, ni administra, ni mejora las condiciones de la población, ni dice la verdad, se adjudica residencias de alto lujo, copiando y pegando citas en su tesis, desapareciendo estudiantes porque fue el Estado, pasando meses para resolver que la policía federal tuvo que ver en las muertes de Tanhuato (La Jornada). Estamos hartos de este gobierno que inventa falsas verdades históricas, que niega y luego tiene que admitir que sí disparó (Nochixtlán), que se compró la presidencia con Televisa, que desde Atenco se notaba la represión, que ratifica ineptos en el deporte o en la Secretaría de Hacienda. No necesitamos empleados con este terrible historial, habiendo tantos excelentes candidatos en la academia mexicana que harían un servicio a la sociedad con altos estándares de calidad, superarían la crisis y mejorarían las finanzas, la educación y el comercio internacional sin comprometer los recursos que ahora se malbaratan; y sin robar.
No tenemos en México mecanismos para exigir la salida de nuestros empleados en el gobierno y estamos a expensas de peligrosos monstruos vendepatrias que tienen el poder de controlar a los legisladores, medios y judiciales. Peligramos cada instante cuando vemos que llega a visitar de sorpresa un declarado enemigo de nuestro país (Trump) y se le recibe en Los Pinos. ¿No estará pactando nuestra sumisión como pueblo esclavo de esas grandes corporaciones estadounidenses que están quebrando a las nacionales a ritmos vertiginosos?
El 90% de los políticos del mundo, no lo dude, no están buscando el bienestar de sus pueblos, sólo van por dos cosas: dinero y poder. Si yo tuviera un empleado tan ineficiente, corrupto, mentiroso, plagiador, conflictuado de intereses, que solapa la ineptitud de los Duartes o Moreiras, ya lo habría corrido desde hace mucho.
Imagen: proletario.cl
Joe Barcala (@JoeBarcala) es novelista y activista veracruzano y poblano, autor de diversos éxitos editoriales.