10 de abril de 2017
En un principio de todos los tiempos solo existía el Caos. A continuación, Gea, la Madre Tierra, engendró por si misma a Urano, el Firmamento Estrellado.
Gea se unió a Urano y tuvo varios hijos. Primero nacieron seis Titanes varones: Océano, Ceo, Crío, Hiperión, Japeto y Crono, que era muy perverso. Y seis Titánides mujeres: Tía, Rea, Temis, Mnemósine, Febe y Tetis.
Gea y Urano tuvieron otros hijos, Los Cíclopes: Ar- ges, Estéropes y Brontes.
Y más tarde fueron padres también de Los Heca- tonquiros: Tres monstruos gigantes con cien brazos y cincuenta cabezas cada uno.
Urano era malvado y en cada ocasión que Gea iba a dar a luz, retenía en el vientre de Gea a las critaturas, no permitiendo que nacieran. Harta Gea de sufrir, ya que sentía que estaba por explotar, urdió un maléfico plan. Dio a luz una hoz de acero brillante y buscó la ayuda de Crono, el más perverso de sus hijos para que le cortara los órganos genitales a Urano mientras dormía.
Crono esperó agazapado a que Urano roncara plácidamente, y con la hoz provista por su madre, Gea, lo castró tirando sus órganos al mar.
Mantenía Crono encadenados a todos los monstruos en las profundidades de la tierra.
La sangre derramada, volvió a fecundar la tierra. De allí nacieron Las Erinias, espíritus vengadores de los crímenes de sangre, Los Gigantes y Las Ninfas Melíades o de los árboles de fresno. Del órgano que cayó al mar nació la diosa Afrodita, que encontraron flotando en una concha marina.
Crono se unió a Rea, pero también tenía la mala costumbre de comerse a sus hijos, entonces el menor, Zeus, lo destronó y conquistó el dominio del mundo.
Los Titanes que estaban confinados en las profundidades, no estaban de acuerdo y se sublevaron agitando la tierra, sacudiendo las montañas y causando todo tipo de terremotos y maremotos.
Zeus pensó que si soltaba a Los Titanes se calmarían, pero apenas los liberó de su prisión, comenzaron a arrojarle rocas y amontonar montañas. Este desastre duró diez años.
Deseando Zeus poner orden de una buena vez y para siempre, descendió hasta el Tártaro donde se encontraban encadenados Los Cíclopes y Los Gigantes con sus cien brazos, y les pidió ayuda para acabar con el flagelo de Los Titanes.
Gigantes y Cíclopes accedieron de buena gana y cuando por fin volvieron a ver la luz del sol se llenaron de energía y se lanzaron a la batalla con todas sus fuerzas. Tembló la tierra y se sacudió el cielo hasta que Los Titanes quedaron sepultados bajo una montaña de rocas arrojadas por los monstruos de cien brazos. Los que sobrevivieron fueron arrojados al Tártaro y nunca más volvieron a salir de allí.
Mitos Fundacionales de los cinco continentes. COMOARTES Ediciones.
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