PRINCIPIO DE MOTIVACIÓN POR EL PROFESOR
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 De acuerdo a Prieto Castillo (1995) y Postic (2000) la función del profesor en su calidad de facilitador del aprendizaje, habrá de entenderse como la de un mediador en el encuentro del estudiante con el conocimiento. Dicha mediación ha sido caracterizada por Gimeno Sacristán (1988) citado por Díaz Barriga y Hernández Rojas (1998:1-2) como “la de un mediador entre el alumno y la cultura a través de su propio nivel cultural, por la significación que asigna al currículo en general y al conocimiento que transmite en particular, y por las actitudes que tiene hacia el conocimiento. (...) Entender cómo los profesores median en el conocimiento que los alumnos aprenden en las instituciones educativas, es un factor necesario para que se comprenda mejor porque los estudiantes difieren en lo que aprenden, las actitudes hacia lo aprendido y hacia el proceso de aprender”.

 

 La relación pedagógica, como parte del currículo es contenido explícito e implícito del proceso de enseñanza-aprendizaje y requiere constante reflexión y análisis. Situada históricamente, es atravesada por el contexto político e institucional y los componentes psicosociales. En el centro de ese vínculo profesor-alumno se ubica el problema del saber y del poder, la posibilidad de transmisión, producción y reproducción de la cultura. Por otro lado, la construcción de una relación pedagógica debe estar definida por el diálogo y la cooperación entre iguales como seres racionales que somos unos y otros. Sin embargo, la democratización de las relaciones profesor-alumno no suprime las diferencias de roles y funciones. No ha de soslayarse el trabajo del profesor como el responsable de la enseñanza ni indiscriminarlo en pro de una supuesta búsqueda de simetría. Esta concepción empobrece la tarea educativa, minimiza la relevancia de los saberes propuestos por el educador creando confusión y ambigüedad al alumno.

 La relación pedagógica, por tanto, pone de manifiesto el estilo de relaciones que caracterizan cada aula, cuyos participantes han de aprender a valorar los procesos y resultados que definen la vida formativa de las aulas. La importancia de la relación pedagógica abarca no sólo la relación profesor-alumno, sino que incluye todas las posibles relaciones que se establecen dentro y fuera del aula en su totalidad, en este sentido la interacción puede abarcar: la relación profesor-alumno, la relación profesor-profesor, la relación alumno-alumno, la relación profesor-autoridad y la relación alumno-autoridad. Sevillano (1995) resalta la importancia de estas interacciones pues señala que éstas ponen de manifiesto, entre otras consecuencias las siguientes: la calidad relacional de los miembros de la clase, el conjunto de actuaciones y formas de trabajo, el discurso que construyen los participantes en el aula, las claves que caracterizan la relación entre los miembros, el clima social resultante de la interacción, el conjunto de decisiones asumidas en el aula, la explicación de la teoría de enseñanza del docente, el conjunto de estilos relacionales de los profesores y los estudiantes y las posibilidades reales de intercambio entre estudiantes y de éstos con el profesor.